¿Qué hacer si el casero no respeta las condiciones pactadas?

¿Qué hacer si el casero no respeta las condiciones pactadas?

Publicado el 08 de agosto de 2025


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¿Cuándo hay incumplimiento del casero?

Hablar de que el casero no respeta las condiciones pactadas no es una frase hecha: es una situación jurídica concreta que se produce cuando el propietario deja de cumplir obligaciones esenciales del contrato de arrendamiento. El incumplimiento puede tener muchas caras: no realizar reparaciones necesarias para mantener la vivienda en condiciones de habitabilidad, negar servicios comprometidos (p. ej., suministro de agua caliente cuando la caldera es comunitaria y a su cargo), entrar a la vivienda sin permiso, no respetar la duración acordada, o modificar unilateralmente la renta o gastos sin base contractual. La clave siempre es la comparación entre lo que se pactó —y lo que exige la normativa aplicable— y lo que efectivamente sucede.

Para identificar si estás ante un incumplimiento, empieza por distinguir entre obligaciones principales y accesorias. Son principales las que afectan al uso y disfrute pacífico de la vivienda (conservación, reparaciones estructurales, respeto a la duración y precio). Las accesorias son complementarias (entrega de copias de llaves adicionales si se pactó, uso de trastero o plaza de garaje vinculados, etc.). También distingue entre incidencias puntuales y persistentes: una avería aislada atendida con diligencia no es lo mismo que meses de inacción ante humedades o filtraciones. La persistencia, la gravedad y el impacto en tu vida diaria son factores decisivos.

Otra pista útil es observar si el casero impone condiciones no pactadas: exigir pagos extra por reparaciones que le corresponden, imponer visitas de potenciales compradores sin preaviso adecuado o intentar reducir servicios comprometidos para forzar tu marcha. Documenta fechas, comunicaciones y consecuencias (daños en muebles, gastos adicionales, perjuicios en salud por moho, etc.). Cuanto más claro esté el nexo entre obligación incumplida y perjuicio, más fuerza tendrá tu reclamación. En resumen, hay incumplimiento cuando el propietario, por acción u omisión, rompe el equilibrio del contrato y vulnera tu derecho a disfrutar de la vivienda en los términos acordados.

Checklist rápido: ¿La obligación está en el contrato o en la ley? ¿El problema es grave o persistente? ¿Has avisado y te han ignorado? ¿Hay perjuicios cuantificables?

Cómo reunir pruebas sólidas

La diferencia entre una queja y una reclamación eficaz suele estar en la prueba. Si el casero no respeta las condiciones pactadas, reúne evidencias desde el primer momento. Haz fotografías y vídeos con fecha visible o metadatos conservados; registra la evolución de humedades, grietas, plagas o cortes de servicios. Guarda facturas y presupuestos de técnicos que diagnostiquen el problema; si llamaste a un servicio de urgencias (p. ej., fuga de agua), solicita un informe escrito.

Conserva todas las comunicaciones: correos electrónicos, mensajes y respuestas. Si te llaman por teléfono, envía un resumen por escrito confirmando lo hablado (“Como hemos comentado…”) para dejar rastro. Pide a vecinos o al portero que confirmen por escrito incidencias que afecten a la comunidad (olores, filtraciones, ascensor averiado). Cuando sea aconsejable, considera una acta notarial de presencia que deje constancia del estado de la vivienda; puede ser clave si la disputa termina en juicio.

Ordena la prueba en un dossier sencillo: índice de incidencias por fecha, evidencias asociadas y comunicaciones. Incluye una tabla con daños y gastos (muebles deteriorados, ropa, dispositivos), aportando tickets o valoraciones. Cuantificar el perjuicio convierte tu reclamación en algo objetivo, no solo subjetivo. Y, por supuesto, respeta la cadena de custodia digital: no alteres imágenes, conserva originales y realiza copias de seguridad.

  • Fotos y vídeos con fecha y evolución temporal.
  • Informes técnicos y presupuestos firmados.
  • Comunicaciones guardadas y confirmaciones por escrito.
  • Testimonios de terceros y, si procede, acta notarial.
  • Hoja de cálculo con daños y cuantías reclamadas.

Burofax y comunicaciones formales

Cuando el casero no respeta las condiciones pactadas y las conversaciones informales no funcionan, el siguiente paso es formalizar la reclamación. El burofax con certificación de contenido y acuse de recibo es la vía estándar para dejar constancia fehaciente de lo que exiges y de los plazos. En la carta, identifica el contrato (dirección, fecha, partes), describe los incumplimientos con fechas concretas y aporta referencias a las cláusulas afectadas. Adjunta o menciona la prueba relevante y formula una exigencia clara: qué debe hacer el arrendador (p. ej., “reparar la caldera y restituir el servicio de agua caliente”) y en qué plazo razonable (7–10 días, salvo urgencia).

Incluye un aviso de consecuencias si no cumple: solicitar una rebaja proporcional de la renta, reclamar daños y perjuicios, resolver el contrato o iniciar acciones judiciales. Mantén un tono firme y profesional, evita adjetivos innecesarios. Recuerda que el burofax es al mismo tiempo una invitación a cumplir y una prueba anticipada de tu diligencia para resolver el conflicto.

Si el arrendador responde, contesta por escrito, acepta soluciones razonables y pide fecha concreta de intervención de técnicos. Si guarda silencio, tu burofax y la falta de respuesta reforzarán tu posición en una eventual mediación o juicio. Para comunicaciones menores (recordatorios, coordinación de visitas), utiliza correo electrónico con confirmación de lectura y conserva todo en tu expediente.

Estructura sugerida: identificación del contrato → hechos y fechas → cláusulas y normativa → requerimiento concreto → plazo → consecuencias por incumplimiento.

Negociación y mediación eficaz

No todos los conflictos requieren juicio. A menudo, cuando el casero no respeta las condiciones pactadas, una buena estrategia de negociación puede reconducir la relación y evitar costes. El punto de partida es tu dossier de pruebas y el burofax: muestran seriedad y te colocan en una posición de fuerza, pero tu objetivo es que se cumpla el contrato. Propón soluciones escalonadas: reparación inmediata, calendario de actuaciones, rebaja temporal de renta (si el uso está mermado) y revisión conjunta tras la intervención técnica.

Aplicar técnicas de negociación ayuda: ancla tu posición con datos (presupuestos, informes), plantea alternativas (p. ej., “si la caldera se reemplaza en 10 días, aceptaré una reducción del 20% de la renta durante ese periodo”), y busca acuerdos verificables (fechas, empresa responsable, contacto del técnico). Evita acuerdos vagos sin plazos. Si la comunicación directa se complica, valora la mediación a través de servicios públicos de vivienda o instituciones de consumo, que pueden facilitar un acuerdo por escrito con compromisos claros.

Cuando el incumplimiento es grave y sostenido, negocia también una salida ordenada: resolución anticipada sin penalización, devolución de fianza y, si procede, una compensación por daños. Un acuerdo privado bien redactado puede ahorrarte meses de conflicto. Eso sí, asegúrate de dejar zanjadas todas las obligaciones y de que la devolución de llaves y la liquidación de cantidades queden documentadas.

  • Define objetivos mínimos y máximos antes de negociar.
  • Vincula cada concesión a un cumplimiento medible.
  • Prefiere acuerdos escritos con plazos y responsables.
  • Usa mediación institucional si la relación está deteriorada.

Medidas que puede tomar el inquilino

Si el casero no respeta las condiciones pactadas y la negociación no da frutos, existen medidas graduadas que puedes adoptar. La primera es exigir el cumplimiento por escrito, con plazo y advertencia de consecuencias. Paralelamente, si el uso de la vivienda se ha visto limitado (habitaciones inutilizables por humedades, ausencia de calefacción en invierno), puedes solicitar una rebaja proporcional de la renta desde la fecha en que se notificó el problema, acreditando el menoscabo con informes y fotografías.

En situaciones urgentes —p. ej., rotura de tubería— y ante la pasividad del arrendador, puedes encargar la reparación imprescindible para evitar daños mayores y después repetir el coste contra el propietario, siempre guardando facturas y habiéndole requerido previamente. Otra medida es resolver el contrato cuando el incumplimiento sea grave: la habitabilidad comprometida o la negativa reiterada a cumplir justifican terminar la relación sin penalización y reclamar daños. Evita, como regla general, dejar de pagar la renta unilateralmente: sin una base sólida y una estrategia jurídica clara, podría volverse en tu contra.

Finalmente, protege tu posición de cara a la fianza: documenta el estado de la vivienda en la entrega y la imposibilidad de un uso normal durante el periodo afectado. Si hubo gastos extraordinarios (lavandería por humedades, alojamiento temporal), cuantifícalos. Cada medida debe apoyarse en comunicaciones fehacientes y prueba ordenada; esa combinación multiplica tus posibilidades de éxito si escalas el conflicto.

Recuerda: exige, prueba, cuantifica y actúa de forma proporcionada. La estrategia adecuada depende del impacto real en tu vida y de la respuesta del propietario.

Vías administrativas y judiciales

Si la vía amistosa fracasa, puedes acudir a instancias administrativas y, en último término, a los tribunales. En consumo o oficinas municipales de vivienda pueden tramitar mediaciones y dejar constancia de tu reclamación; a veces, eso basta para activar al casero. Cuando necesitas una resolución ejecutiva, toca valorar la vía judicial: juicio verbal para reclamaciones de cuantía reducida (p. ej., rebaja de renta o pequeños daños) o juicio ordinario cuando pides cumplimiento de obras, resolución de contrato o indemnizaciones de mayor entidad.

En demandas de obra necesaria, es habitual solicitar medidas cautelares para que el juez ordene actuaciones urgentes mientras se resuelve el pleito. Aporta informes técnicos y demuestra el peligro de tardanza (daños crecientes, riesgo sanitario). Si has tenido que abandonar temporalmente la vivienda por insalubridad, incorpora prueba médica o de servicios sociales. También es posible acudir al arbitraje si el contrato lo prevé; ofrece rapidez, aunque las tasas pueden variar.

Antes de demandar, calcula coste/beneficio: honorarios, tiempo, posibilidades de cobro y alternativa de un acuerdo final. Con un expediente sólido —burofax, pruebas, presupuestos, actas— la probabilidad de éxito y de un acuerdo previo mejora. La clave es alinear la estrategia procesal con tu objetivo: que cumplan, que te indemnicen o cerrar la relación en términos favorables.

  • Reclama en consumo/vivienda para reforzar la negociación.
  • Valora verbal u ordinario según la pretensión y cuantía.
  • Solicita medidas cautelares si hay urgencia y riesgo.
  • Considera arbitraje si está pactado en el contrato.

Fianza, indemnizaciones y costes

La fianza y las posibles indemnizaciones son piezas centrales cuando el casero no respeta las condiciones pactadas. Si la vivienda ha perdido habitabilidad o has soportado perjuicios por la falta de reparaciones, puedes reclamar una reducción de renta por el tiempo afectado y la indemnización de daños concretos (mobiliario, electrodomésticos, ropa, costes de alojamiento temporal). Para sostener estas partidas, detalla cada daño con fotos, facturas y un nexo claro con el incumplimiento.

Respecto a la fianza, documenta la entrega de llaves con un acta o inventario y fotos finales del inmueble. Si el casero pretende retenerla injustificadamente, tu expediente será crucial para recuperarla por vía amistosa o judicial. Evita compensar por tu cuenta la renta con la fianza salvo pacto o asesoramiento específico: puede generarte riesgos. Si has asumido reparaciones urgentes ante la pasividad del propietario, reclama el reembolso adjuntando el requerimiento previo y las facturas.

No olvides los costes: prepara un presupuesto del conflicto (tasas, peritajes, abogado, tiempo). A veces una buena negociación con calendario de obras y rebaja temporal de renta maximiza tu beneficio neto. Otras veces, la resolución del contrato con compensación por daños es la salida óptima. Lo importante es que cada euro reclamado esté respaldado por una prueba verificable y una conexión directa con la obligación incumplida.

  • Cuantifica daños: lista, factura y fotografía.
  • Asegura la devolución de fianza con acta e inventario.
  • Reclama reembolsos por reparaciones urgentes documentadas.
  • Elige entre rebaja, indemnización o resolución en función del impacto.

Preguntas frecuentes

¿Puedo dejar de pagar la renta si el casero no repara? En general, no es recomendable suspender el pago por tu cuenta. Lo adecuado es requerir por burofax, solicitar rebaja proporcional por pérdida de uso y, si procede, reclamar judicialmente o resolver el contrato. Suspender pagos sin cobertura jurídica puede generarte una demanda por impago.

¿Qué plazo debo dar en el burofax? Depende de la urgencia y la disponibilidad de técnicos. Para incidencias graves (calefacción en invierno, fuga de agua) un plazo breve de 48–72 horas para actuar o programar la intervención es razonable. Para obras no urgentes, 7–10 días suele ser adecuado. Siempre explica por qué pides ese plazo y aporta informes o fotos.

¿Quién paga las reparaciones? El casero asume las reparaciones necesarias para conservar la vivienda habitable, salvo deterioros imputables al inquilino. Tú asumes pequeñas reparaciones por desgaste ordinario. Cambiar una junta o una bombilla es distinto a sustituir una caldera averiada por antigüedad.

¿Puedo resolver el contrato sin penalización? Sí, cuando el incumplimiento del casero es grave y afecta al uso normal de la vivienda o vulnera obligaciones esenciales. Documenta el incumplimiento, requiere por burofax y deja constancia de la entrega de llaves y liquidación final.

¿Cómo recupero la fianza? Documenta el estado final del inmueble con fotos e inventario. Si el casero retiene la fianza sin causa, reclama por escrito y, de ser necesario, por vía judicial. Tu expediente (pruebas, comunicaciones, ausencia de daños imputables) será decisivo.

Si te encuentras en la situación de que el casero no respeta las condiciones pactadas, actúa con método: revisa contrato, reúne pruebas, comunica por burofax, negocia con plazos y, si no hay respuesta, acude a las vías administrativas o judiciales adecuadas. La disciplina documental y una estrategia proporcional marcan la diferencia.

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