¿Puedo exigir calefacción en invierno al casero?

¿Puedo exigir calefacción en invierno al casero?

Publicado el 11 de octubre de 2025


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¿Puedo exigir calefacción en invierno?

Sí, un inquilino puede exigir calefacción en invierno al casero cuando el suministro o el sistema instalado es insuficiente, no funciona o no permite alcanzar unas condiciones de habitabilidad adecuadas. La vivienda arrendada debe ser habitable y apta para su uso como residencia, lo que incluye protección razonable frente al frío. Si el contrato de alquiler prevé calefacción (individual o central) o el inmueble la tiene por características del edificio, el propietario debe mantenerla operativa y en condiciones de uso. Cuando no hay instalación, el estándar pasa por garantizar un confort mínimo y que el inmueble no presente defectos que impidan vivir dignamente durante la temporada fría.

En la práctica, “exigir” significa activar un protocolo de reclamación ordenado: comunicar por escrito la incidencia, conceder un plazo razonable para reparación o puesta en marcha, y, si no se resuelve, elevar la reclamación con pruebas. La proporcionalidad importa: no es lo mismo una caldera que falla puntualmente que un edificio con calefacción central apagada durante semanas. Además, conviene distinguir entre suministro (gas, electricidad) y equipo (caldera, radiadores, termostatos). La primera es una obligación de pago y contratación según el contrato; la segunda es una obligación de mantenimiento y reparación que, por regla general, corresponde al arrendador, salvo averías causadas por mal uso del inquilino.

Idea clave: Si la vivienda dispone de calefacción, el casero debe mantenerla en funcionamiento; si no, debe asegurar habitabilidad y confort razonable. Documenta todo y reclama por escrito.

Temperaturas mínimas y confort térmico

Aunque los contratos no suelen fijar una temperatura concreta, los estándares de confort residencial aceptan rangos orientativos para invierno que, por lo general, se sitúan alrededor de 19–21 °C en estancias de uso continuo y algo menos en dormitorios. Si, pese a usar la instalación de forma normal, la vivienda no alcanza un nivel razonable de confort por fallos del sistema o por defectos constructivos (corrientes, ventanas en mal estado, radiadores que no calientan), el inquilino puede exigir actuaciones correctoras. En zonas climáticas frías, la expectativa de confort es mayor y los horarios de calefacción central suelen adaptarse a ello durante la temporada invernal.

Para acreditar la falta de confort, es útil registrar mediciones de temperatura interior en distintos momentos del día y compararlas con la temperatura exterior, así como recoger evidencias de condensaciones o humedades asociadas a falta de calefacción. Un termómetro digital con registro y fotos con sello de fecha pueden ser determinantes. En viviendas con termostato, conviene anotar el ajuste y el tiempo que la instalación permanece en marcha. Recuerda: no se trata de exigir “calor excesivo”, sino de alcanzar un mínimo razonable para la salud y el uso normal de la vivienda.

Consejo práctico: documenta temperaturas por estancias durante varios días; si no llegas a 19–21 °C con uso normal, reclama mantenimiento o reparación.

Tipos de sistemas y responsabilidades

No todas las viviendas calientan igual. En sistemas de calefacción individual con caldera de gas o eléctrica, los radiadores y tuberías pertenecen a la vivienda y su mantenimiento estructural suele ser a cargo del casero. El inquilino se ocupa del consumo (gas, electricidad) y de operaciones de uso ordinario (encendido, purgado sencillo). En sistemas de calefacción central, la comunidad decide horarios y temperaturas; el propietario debe gestionar ante la comunidad incidencias que impidan el correcto suministro a su piso. Las bombas de calor y aerotermia también requieren mantenimiento y filtros al día; si se trata de equipos fijos, el arrendador responde de su reparación estructural salvo mal uso.

Cuando la vivienda no dispone de instalación fija de calefacción, el casero no está obligado a instalar una nueva si el inmueble ya era así al firmar, pero sí a asegurar que la vivienda sea habitable y que no existan defectos que la hagan inadecuada en invierno (cerramientos en mal estado, infiltraciones). En tales casos, la solución puede pasar por equipos portátiles acordados, mejora de aislamiento o revisión de cierres de ventanas. Cualquier obligación adicional o límite de uso (p. ej., pellets, butano) debe estar clara en el contrato para evitar conflictos sobre quién costea recargas, revisiones o substituciones.

  • Individual: consumo a cargo del inquilino; averías estructurales, del casero.
  • Central: horarios comunitarios; el casero gestiona con la comunidad.
  • Equipos fijos: mantenimiento técnico periódico recomendable.

Cómo exigir la calefacción: paso a paso

El camino más eficaz combina comunicación formal y evidencias. Primero, notifica por escrito la incidencia al casero (correo o burofax) describiendo el problema: “la calefacción no funciona”, “los radiadores no alcanzan temperatura”, “no se enciende la caldera”, indicando fechas, estancias afectadas y, si es central, los horarios en que no hubo servicio. Propón una solución (revisión técnica, purgado, sustitución de pieza) y solicita respuesta en un plazo razonable (24–72 h para emergencias; 5–7 días para incidencias no críticas). Adjunta fotos, vídeos o mediciones.

Si no hay respuesta o se demoran, envía una segunda comunicación más formal. Considera solicitar asistencia técnica autorizada; guarda presupuestos y diagnósticos. Si el contrato o la ley facultan al inquilino a realizar reparaciones urgentes y repercutir el coste, hazlo con prudencia y solo ante riesgos para la salud o seguridad, informando antes al casero. En calefacción central, pide al propietario que gestione con la comunidad y te mantenga informado. Como última fase, puedes proponer una solución económica (reducción proporcional de renta, reembolso de equipos temporales) o acudir a mediación/consumo para lograr un acuerdo sin judicializar.

  • Comunica por escrito y fija plazos.
  • Aporta pruebas (temperaturas, fotos, informes).
  • Valora reparación urgente solo ante riesgo y con aviso previo.
  • Explora acuerdos: ajuste de renta o reembolso temporal.

Pruebas, mediciones y evidencias

Una reclamación sólida se apoya en datos objetivos. Usa un termómetro con registro o una app con sonda fiable para medir temperaturas en salón y dormitorios, a 1,5 m del suelo y lejos de fuentes de calor directas. Realiza lecturas por la mañana y noche durante varios días, anotando el tiempo que la calefacción estuvo encendida y la temperatura exterior. Fotografía radiadores (si están fríos o con manchas de óxido), el display de la caldera con códigos de error y cualquier fuga o ruido anómalo. En edificios con central, pide por escrito los horarios de encendido y, si se incumplen, solicita actas o avisos de averías comunitarias.

Los informes de un técnico oficial o de mantenimiento acreditan mejor la causa del problema (bomba averiada, vaso de expansión, purgadores). Si sospechas de un defecto de construcción (aislamiento deficiente, ventanas dañadas), incluye fotos de condensaciones y humedades. Conserva facturas de equipos temporales (emisores eléctricos, estufas de bajo consumo) y del aumento inusual de consumo por su uso durante la incidencia. Todo ello te permitirá pedir una reparación diligente o negociar compensaciones por pérdida de confort.

Checklist de evidencias: lecturas de temperatura con fecha y hora, fotos/vídeos, errores de caldera, informes técnicos, horarios de central y facturas de soluciones temporales.

Reparaciones, costes y compensaciones

Como regla general, el casero asume las reparaciones necesarias para mantener la calefacción en condiciones de uso, especialmente cuando afectan a elementos estructurales de la instalación. El inquilino asume consumos y pequeños arreglos derivados del uso ordinario. Si una avería deja la vivienda sin calefacción en pleno invierno, la reparación debe ser prioritaria. Cuando el retraso sea injustificado y te veas obligado a adoptar medidas temporales (emisores, estufas, mantas térmicas), puedes solicitar el reembolso razonable o un ajuste proporcional de la renta por el tiempo sin servicio efectivo, siempre que esté bien documentado y que hayas avisado por escrito.

En edificios con calefacción central, la comunidad puede cubrir averías de sala de calderas o columnas generales; en tanto, el propietario debe informarte y promover la solución. Si las incidencias son recurrentes y afectan a la habitabilidad, cabe estudiar una reclamación por daños y perjuicios (por ejemplo, si el uso de equipos alternativos incrementó de forma extraordinaria tu factura). Antes de judicializar, explora fórmulas de mediación o arbitraje de consumo para un acuerdo práctico. Mantén siempre un tono colaborativo y orientado a solución; muchas disputas se resuelven con una visita técnica, purgado de radiadores y ajuste de termostatos.

  • Reparaciones estructurales: a cargo del casero.
  • Consumos y uso ordinario: a cargo del inquilino.
  • Compensaciones: justificadas, proporcionadas y documentadas.

Eficiencia energética y buenas prácticas

Exigir calefacción no es incompatible con el ahorro energético. Un sistema bien mantenido calienta mejor y consume menos. Solicita revisiones periódicas de la caldera y purga radiadores al inicio de temporada (o pide que lo haga un técnico). Coloca burletes en ventanas, cierra persianas por la noche y ventila de forma breve e intensa para conservar el calor. Los termostatos programables y las válvulas termoestáticas ayudan a mantener temperaturas estables sin derroches. En calefacción central, respeta los horarios y evita cubrir radiadores con muebles o cortinas que bloqueen la convección.

Si el casero acomete mejoras (doble acristalamiento, aislamiento de cajas de persianas, caldera de condensación), ganan ambas partes: el inquilino en confort y el propietario en valor del inmueble y reducción de averías. Cuando se propongan equipos alternativos temporales por incidencias, prioriza aparatos con etiqueta de bajo consumo y úsales con seguridad (distancias, ventilación). Mantén un registro de temperaturas y consumo para evaluar el impacto de las mejoras. Y recuerda: reclamar con datos y propuestas concretas suele traducirse en respuestas más rápidas y acuerdos beneficiosos.

Tip: fija 20 °C como temperatura de referencia y usa ropa térmica interior; pequeños hábitos reducen consumo sin renunciar al confort.

Preguntas frecuentes

¿Y si la vivienda no tiene calefacción instalada? Si ya la alquilaste así, el casero no está obligado a instalar un sistema nuevo, pero sí a asegurar habitabilidad (cerramientos correctos, ausencia de filtraciones). Puedes acordar soluciones temporales o mejoras específicas. Si la falta de confort es severa, documenta y reclama correctivos de aislamiento o equipos razonables.

¿Puedo dejar de pagar la renta hasta que reparen? No es recomendable unilateralmente. Es preferible negociar una reducción proporcional o un reembolso documentado mientras dura la incidencia. Suspender pagos sin acuerdo puede generar conflicto y penalizaciones. Usa comunicación formal y, si es necesario, mediación.

¿Quién paga el técnico? Las reparaciones estructurales del sistema y sus piezas suelen ser del casero; los pequeños ajustes o consumibles (pilas de termostato, purgado básico) pueden ser del inquilino. Si contratas un técnico por urgencia, informa previamente al propietario y conserva el diagnóstico y factura para repercutir costes si procede.

La comunidad no enciende la calefacción central, ¿qué hago? Comunícalo por escrito al casero para que gestione con el administrador. Si el problema persiste, solicita actas o comunicaciones y acumula pruebas (temperaturas, horarios). Podrás pedir compensaciones si la falta de servicio es prolongada y afecta a la habitabilidad.

¿Qué temperatura objetivo es razonable? Como referencia orientativa de confort, sitúa el termostato en torno a 19–21 °C en zonas de día. Si no alcanzas esos valores con uso normal, hay base para exigir revisión o reparación.

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