¿Puedo reclamar daños si el alquiler no está en condiciones?

¿Puedo reclamar daños si el alquiler no está en condiciones?

Publicado el 22 de julio de 2025


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Qué significa que el alquiler no está en condiciones

Decir que un alquiler “no está en condiciones” implica que la vivienda o local arrendado presenta deficiencias que afectan a su uso normal, salubridad, seguridad o habitabilidad. No se trata de meros detalles estéticos: hablamos de problemas que impiden vivir o desarrollar la actividad con normalidad, como humedades persistentes, filtraciones, instalaciones eléctricas defectuosas, falta de calefacción operativa en temporada, plagas, o averías estructurales no imputables al desgaste ordinario. La clave es que el inmueble no cumple con el estándar mínimo para el destino pactado en el contrato, ya sea vivienda o uso diferente de vivienda.

En términos prácticos, el arrendador está obligado a mantener la vivienda en condiciones de habitabilidad, realizando todas las reparaciones necesarias para conservarla en estado de servir al uso convenido. Si el inmueble presenta defectos previos a la firma o que aparecen sin culpa del inquilino, el propietario debe afrontarlos con diligencia. La inacción o la reparación incompleta acaban generando daños y perjuicios: gastos extras, pérdida de objetos, reducción del confort, interrupción de actividad profesional o incluso la necesidad de abandonar temporalmente la vivienda.

Es importante diferenciar entre pequeñas reparaciones por el desgaste ordinario, que suelen ser de cuenta del inquilino (por ejemplo, cambiar una bombilla o un fusible), y las reparaciones de conservación, que corresponden al arrendador (como arreglar una fuga en la cubierta, sustituir una caldera inservible o reparar una instalación eléctrica peligrosa). Cuando el arrendador incumple esta obligación, se abre la puerta a reclamar daños por alquiler en mal estado: recuperar el coste de los perjuicios sufridos, exigir una rebaja de renta proporcionada o, en supuestos graves, resolver el contrato. Todo ello exige método: documentar, comunicar y, si es necesario, reclamar por las vías adecuadas.

Idea clave: un alquiler no “en condiciones” es aquel que no permite el uso pactado con seguridad y salubridad. Ante un incumplimiento de conservación, el arrendatario puede exigir reparación y reclamar daños.

Pruebas imprescindibles para acreditar el mal estado

La diferencia entre una reclamación sólida y una débil suele estar en las pruebas. Debes construir un dossier ordenado desde el primer día. Empieza por fotografías y vídeos con fecha que muestren la magnitud del problema: humedades extendidas, desconchones por filtraciones, presencia de moho, cables pelados, caldera con error, o plagas visibles. Repite las tomas después de cada intervención fallida para acreditar la persistencia. Complementa con un registro cronológico de incidencias, indicando fechas, personas de contacto y respuestas recibidas del propietario o administrador.

La comunicación es prueba en sí misma: recopila emails, mensajes y, especialmente, burofaxes enviados solicitando reparaciones. Estos documentos muestran que diste aviso y pediste solución. Si hubo visitas de técnicos, solicita partes de trabajo y presupuestos. Cuando el problema sea técnico o estructural, un informe pericial independiente puede ser decisivo: describe el origen del defecto, valora la peligrosidad y estima el coste de reparación. Para cuantificar daños, guarda facturas de limpieza, deshumidificadores, hoteles si fue necesario pernoctar fuera, mudanzas temporales y sustitución de bienes dañados (mobiliario, ropa, equipos).

En arrendamientos para negocio, acredita el impacto económico: tickets, reservas canceladas, facturación comparada respecto a periodos anteriores, informes contables y cualquier evidencia que muestre una caída de ingresos vinculada a la imposibilidad de usar el local. Si hay niños, personas sensibles o salud afectada por moho, conserva informes médicos que relacionen la situación con el inmueble. Por último, protege la cadena de custodia digital: haz copias de seguridad, nombra archivos con fecha y guarda todo en una carpeta accesible. Un paquete probatorio completo facilita la negociación, reduce la incertidumbre y, en juicio, incrementa notablemente las posibilidades de obtener una indemnización adecuada.

  • Fotos/vídeos fechados y comparativas antes/después.
  • Comunicaciones: correos, mensajes y burofax solicitando reparación.
  • Partes técnicos y peritaje independiente.
  • Facturas: limpieza, hotel, mudanza, reposición de bienes.
  • Prueba del impacto económico: ventas, reservas, contabilidad.

Primeros pasos: comunicación, plazos y burofax

Cuando detectes que el alquiler no está en condiciones, actúa de forma rápida y ordenada. El primer paso es notificar por escrito al arrendador o a su representante, describiendo el problema, adjuntando fotos y solicitando reparación en un plazo razonable. Aunque un email puede valer, el burofax con certificación de contenido y acuse de recibo ofrece una prueba robusta de que has comunicado y cuándo. Indica también que, de no atenderse, te reservarás acciones para reclamar daños, rebaja de renta o resolución contractual.

En casos urgentes que afecten a la seguridad (fugas de agua, riesgo eléctrico), si el propietario no responde de inmediato, puedes encargar la reparación esencial y luego reclamar su importe, guardando justificantes. Documenta siempre la urgencia y la falta de respuesta. Paralelamente, valora reducir el impacto: ventila y deshumidifica, protege mobiliario, deja constancia de que intentaste mitigar los daños. Todo esto ayuda a demostrar tu buena fe y a contener la discusión sobre responsabilidades.

Respecto de los plazos, conviene mover ficha pronto. Envía la primera comunicación en cuanto detectes el problema y fija un término claro (por ejemplo, 7–10 días) para la actuación. Si no hay respuesta o la solución es insuficiente, remite un segundo burofax anunciando medidas: solicitud de rebaja de renta desde la fecha en que se te impidió usar el inmueble, reembolso de gastos y, en su caso, resolución del contrato si la habitabilidad está comprometida. Si la otra parte muestra voluntad de arreglo, puedes formalizar un acuerdo por escrito con plazos y responsabilidades. En ausencia de solución, prepara la vía extrajudicial o judicial con tu dossier probatorio completo.

Consejo: el burofax ordena la reclamación, corta discusiones sobre “nunca me avisaste” y activa el reloj de tu futura indemnización o rebaja de renta.

Cómo calcular daños: gastos, lucro cesante y otros

Calcular adecuadamente los daños es la base de una reclamación eficaz. Empieza por el daño emergente, es decir, los gastos que has tenido que afrontar por el mal estado del alquiler: deshumidificadores, productos de limpieza específicos, servicios de reparación de urgencia, sustitución de enseres dañados, lavandería, hotel o alojamiento temporal, transporte y mudanzas. Aporta facturas y, cuando no existan, al menos presupuestos y justificantes de pago. Si el defecto afectó a sistemas esenciales (calefacción en invierno, electricidad), valora el coste de alternativas provisionales y consérvalas como evidencia.

Luego considera el lucro cesante: ingresos que dejaste de percibir por no poder usar el inmueble para su finalidad. En locales comerciales o viviendas destinadas a alquiler de temporada, el cálculo se apoya en reservas canceladas, caída de facturación, comparativas con periodos equivalentes, o contratos que no pudiste ejecutar. Resulta clave justificar la relación directa entre la incidencia y la pérdida de ingresos, evitando inflar cifras. Complementa con informes contables o certificaciones de tu gestoría que aporten credibilidad.

No olvides la rebaja de renta proporcional al tiempo y a la intensidad de la pérdida de uso. Si durante dos meses no pudiste utilizar un dormitorio por humedades o el salón fue inútil por filtraciones, plantea un porcentaje razonable de reducción según la superficie o el impacto funcional. En casos extremos, procede la suspensión del pago hasta que se restablezca la habitabilidad o la resolución del contrato sin penalización. Finalmente, valora otros perjuicios acreditables: deterioro de salud por moho, pérdida de calidad de vida, gastos extra de energía por equipos provisionales. Sé conservador y transparente: un cálculo realista facilita acuerdos y mejora tu posición ante un juez.

  • Daño emergente: facturas y justificantes.
  • Lucro cesante: comparativas e informes contables.
  • Rebaja o suspensión de renta: proporcionalidad y duración.
  • Otros perjuicios: salud, confort, energía.

Vías de reclamación: consumo, mediación y juicio

Antes de acudir a los tribunales, explora vías extrajudiciales. Una negociación directa respaldada por tu burofax y tu dossier probatorio puede conducir a un acuerdo: reparación con plazo, rebaja de renta desde una fecha concreta y reembolso de gastos. Si el propietario delega en una agencia, exige un documento firmado por quien tenga poderes para comprometerse. La mediación ofrece un espacio neutral para cerrar pactos rápidos y económicos, especialmente útil cuando se quiere mantener la relación contractual.

También puedes presentar una reclamación de consumo ante organismos municipales o autonómicos, útil para presionar en situaciones menos complejas o cuando existen cláusulas abusivas en el contrato. Para disputas que no superen cierta cuantía, el juicio verbal es más ágil; en reclamaciones superiores o cuando se pide resolución de contrato con indemnización relevante, se acude al juicio ordinario. En ambos casos, la claridad de la demanda y de la valoración económica marca la diferencia.

Si la vivienda está asegurada o el propietario cuenta con seguro de hogar, revisa coberturas: algunas pólizas contemplan daños por agua, responsabilidad civil y defensa jurídica. Solicita el número de póliza e insta al propietario a dar parte. En cualquier vía, fija por escrito los acuerdos y su cumplimiento: fechas de reparación, importes a devolver, modo de pago y renuncias recíprocas. Si el incumplimiento persiste, tendrás la base para accionar judicialmente con mayores garantías y, en su caso, reclamar intereses y costas.

Estrategia: intenta un acuerdo rápido pero documenta todo. Si no hay solución, demanda bien armada con pruebas y cálculo de daños.

Fianza, rentas y soluciones: rebaja, suspensión, resolución

La fianza sirve para cubrir incumplimientos del inquilino, no para compensar la inacción del arrendador. Si el alquiler está en mal estado, la retención de fianza para eludir reparaciones es improcedente. En cambio, puedes reclamar su devolución íntegra al resolver el contrato por falta de habitabilidad o pedir su imputación a rentas en situaciones de suspensión acordada. Es recomendable dejar constancia escrita de cómo se aplicará la fianza y cuándo se devolverá, evitando discusiones al final.

La rebaja de renta se calcula en proporción a la pérdida de uso. Por ejemplo, si un dormitorio queda inutilizado al 100% durante un mes, puedes pedir una reducción proporcional sobre la renta mensual. Cuando el problema impide el uso íntegro de la vivienda (sin calefacción en invierno, riesgo eléctrico), cabe la suspensión del pago hasta que se restablezcan las condiciones. Si la situación frustra la finalidad del contrato y no se vislumbra solución inmediata, procede la resolución sin penalización, con derecho a recuperar la fianza y a exigir daños y perjuicios acreditados.

Para canalizar estas soluciones, utiliza acuerdos escritos o, en su defecto, reclama por vía judicial. Incluye siempre los hitos temporales: desde cuándo comenzó la incidencia, qué medidas adoptaste, qué plazos diste y cuándo se produjo (o no) la reparación. Esta cronología sustenta tanto la rebaja como la suspensión o la resolución. Si existieran pagos adelantados (meses de renta o servicios), solicita su devolución o compensación. Mantén una actitud razonable: ofrecer una salida equitativa suele acelerar la resolución del conflicto y minimizar costes para ambas partes.

  • Fianza: no compensa incumplimientos del arrendador.
  • Rebaja: proporcional a la pérdida de uso.
  • Suspensión: ante imposibilidad total o riesgo.
  • Resolución: si se frustra la finalidad del contrato.

Casos frecuentes y cómo afrontarlos

Algunas incidencias se repiten una y otra vez y conviene saber cómo abordarlas. Las humedades y filtraciones suelen deberse a cubiertas deterioradas, bajantes defectuosas o capilaridad. Detectarlas pronto es clave: fotografía manchas, moho y objetos dañados; usa deshumidificadores y exige revisión profesional. Si las humedades afectan a salud o mobiliario, reclama reposición y rebaja de renta desde el inicio del perjuicio. Las plagas (cucarachas, roedores) requieren tratamientos profesionales y actuaciones en zonas comunes; el propietario o la comunidad debe coordinar la solución. No aceptes parches; solicita certificados de desinsectación o desratización.

En instalaciones eléctricas anticuadas o peligrosas, documenta chispazos, cortes y disparos del diferencial. Si hay riesgo, evita usar la instalación y notifica urgencia por burofax. Para calefacción o agua caliente inoperativa, especialmente en invierno, pide reparación inmediata; si no llega, valora suspender parcialmente la renta y reclamar por los gastos de soluciones temporales (radiadores eléctricos, termos). En ruidos y vibraciones severas por obras o locales colindantes, exige al propietario que gestione con la comunidad o el responsable; si persiste y frustra el uso, reclama rebaja o resolución.

En locales de negocio, una inundación o un cierre forzoso por condiciones insalubres puede justificar la suspensión de rentas y la indemnización por lucro cesante, siempre con pruebas: partes, fotos, peritajes, y contabilidad que acredite pérdidas. La pauta común es idéntica: comunicar por escrito, crear un dossier probatorio sólido, fijar plazos, exigir reparación y, si no hay respuesta, activar vías extrajudiciales o judiciales con una valoración económica clara. Mantener la serenidad y el método es tu mejor ventaja.

Checklist exprés: documenta, notifica, fija plazo, mitiga daños, exige reparación, calcula perjuicios y, si sigue el problema, reclama.

Errores habituales y consejos prácticos

Uno de los errores más comunes es esperar demasiado sin dejar rastro escrito. Las llamadas o conversaciones informales no prueban nada. Envía comunicaciones por escrito y prioriza el burofax cuando el problema sea serio o persistente. Otro fallo habitual es pagar reparaciones mayores de tu bolsillo sin avisar formalmente al arrendador; solo hazlo en supuestos de urgencia y dejando constancia de la falta de respuesta. También se suele reclamar “a ojo” sin una valoración económica concreta: prepara una tabla con conceptos, fechas e importes y acompáñala de justificantes.

Evita exagerar el perjuicio: pedir indemnizaciones desproporcionadas debilita tu credibilidad. En su lugar, sé riguroso y objetivo. Si el propietario propone reparar, coopera permitiendo accesos razonables y horarios. Documenta cada visita técnica. No firmes finiquitos o renuncias de derechos sin haber recibido la reparación o el pago acordado. Si vas a resolver el contrato, planifica la entrega de llaves con acta fotográfica del estado y solicita la devolución de la fianza en el mismo acto o con plazo claro.

Por último, rodéate de profesionales cuando el caso lo requiera: un perito para esclarecer origen y alcance del daño, y asesoramiento legal para elegir la vía más eficaz y redactar un burofax sólido. Mantén un tono firme pero negociador: muchos conflictos se resuelven con acuerdos razonables cuando ambas partes comparten información fiable y cifras claras. Tu objetivo es restablecer la habitabilidad, recuperar lo perdido y, si no es posible, cerrar el contrato sin coste y con la indemnización que corresponda.

  • Siempre por escrito: email y burofax.
  • No asumas grandes reparaciones sin aviso formal.
  • Cuantifica con facturas y comparativas.
  • Coopera con reparaciones y controla plazos.
  • No firmes renuncias sin cobro efectivo.

Preguntas frecuentes

¿Puedo dejar de pagar la renta si la vivienda es inhabitable?

Solo cuando la imposibilidad de uso sea real y esté bien documentada, y tras haber requerido formalmente la reparación. Es preferible acordar suspensión o rebaja por escrito para evitar conflicto. Si el propietario no actúa y el riesgo es grave, podrás justificar la suspensión y reclamar judicialmente la adecuación de la renta y los daños.

¿Qué pasa con la fianza si resuelvo el contrato por mal estado?

Debe devolverse íntegra salvo daños imputables al inquilino. Si el arrendador la retiene injustificadamente para eludir su obligación de conservación, puedes reclamarla junto con intereses y costes, aportando acta fotográfica de entrega y comunicaciones previas.

¿Cómo calculo la rebaja de renta?

Proporcional al área o funcionalidad perdida y al tiempo afectado. Por ejemplo, si el salón quedó inutilizado un mes, plantea un porcentaje relevante de la renta mensual. Justifica con fotos, informes y cronología de incidencias y reparaciones.

¿Necesito peritaje?

No siempre, pero es muy útil cuando hay disputa sobre el origen del daño, su gravedad o el coste de reparación. Un informe pericial independiente añade fuerza a tu reclamación y facilita acuerdos o victorias en juicio.

¿Puedo reclamar daños morales?

En supuestos de especial gravedad o afectación a la salud y a la vida familiar, sí, siempre que puedas acreditar el impacto. Suele requerir informes médicos o psicológicos y una argumentación sólida sobre la relación causal con el estado del inmueble.

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