Alquiler con terraza: derechos legales del inquilino

Alquiler con terraza: derechos legales del inquilino

Publicado el 06 de octubre de 2025


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Qué significa alquiler con terraza y quién la puede usar

Cuando hablamos de alquiler con terraza, nos referimos a una vivienda arrendada que incluye un espacio exterior transitable —terraza, azotea o patio descubierto— al que el inquilino tiene acceso desde la vivienda. Este uso puede ser exclusivo o compartido. Es exclusivo cuando el contrato lo identifica como anexo privativo; y es compartido si la terraza forma parte de un elemento común del edificio con derecho de uso limitado a ciertas viviendas. Esta distinción es clave porque determina el alcance de tus derechos, el tipo de mantenimiento y los límites para realizar obras o instalar elementos como pérgolas, toldos o jardineras.

La manera correcta de saber si la terraza es de uso privativo o común es revisar el título de la finca (escritura de división horizontal) y, sobre todo, lo que diga el contrato de arrendamiento. En la práctica, muchos contratos se refieren a “terraza de uso exclusivo del arrendatario” aunque la propiedad estructural de la cubierta siga siendo de la comunidad. Eso significa que podrás disfrutar del espacio con normalidad —colocar mobiliario, plantas, realizar comidas—, pero las decisiones estructurales (cerramientos fijos, modificaciones del desagüe, cambios en impermeabilización) suelen necesitar permiso del propietario y, en su caso, acuerdo comunitario.

También conviene diferenciar terraza y balcón. El balcón proyecta fuera de la fachada, con menor superficie y cargas más limitadas; la terraza suele ser mayor y, a veces, cubre viviendas inferiores (azotea transitable). Estas diferencias importan de cara al peso admisible, a la seguridad y a las responsabilidades derivadas de filtraciones o caídas de objetos. Tu derecho a usar la terraza incluye disfrutarla sin injerencias, siempre que no causes daños, molestias graves ni incumplas normas de la comunidad o municipales.

Idea clave: tu derecho de uso se interpreta de forma amplia y favorable al disfrute cotidiano, pero no te autoriza a alterar elementos estructurales ni a cambiar el destino del inmueble sin permisos.

Derechos y obligaciones del inquilino en la terraza

Como inquilino, tienes derecho a usar la terraza conforme a su destino residencial: descansar, tender ropa si no está prohibido por estatutos, colocar mobiliario ligero, plantas y pequeños accesorios. También puedes invitar a personas y celebrar reuniones dentro de los límites de convivencia (ruido, horarios, limpieza). Ese derecho va acompañado de la obligación de conservar la terraza en buen estado de limpieza, dar un uso diligente y comunicar al arrendador los desperfectos o incidencias que requieran intervención profesional o puedan empeorar si no se atienden a tiempo.

No puedes realizar obras que modifiquen la configuración de la terraza o su seguridad sin autorización expresa. Esto incluye cerrar la terraza con carpintería fija, cambiar barandillas, taladrar impermeabilizaciones o instalar estructuras ancladas. Las actuaciones de pequeña entidad (p. ej., atornillar una celosía en un macetero con contrapeso, instalar un toldo sin obra si así lo permiten los estatutos, o colocar suelos desmontables de madera) suelen aceptarse si no dañan el inmueble ni alteran la estética comunitaria. En edificios con normas estéticas estrictas, incluso toldos y colores pueden requerir aprobación.

En materia de responsabilidad, responderás de los daños causados por un uso negligente: caída de objetos a la vía pública, manchas por riego que afecten a fachadas, rotura de barandillas al sobrecargarlas, o molestias reiteradas a vecinos. El arrendador, por su parte, debe mantener la vivienda idónea para su uso, atendiendo reparaciones estructurales y de habitabilidad que no vengan de tu mal uso. Si la terraza es de uso privativo pero elemento común, la comunidad suele atender la impermeabilización y estructura, sin perjuicio de la coordinación con el propietario de tu vivienda.

  • Derecho a disfrutar de la terraza con normalidad y privacidad.
  • Deber de limpieza y conservación ordinaria.
  • Comunicar averías o riesgos de forma inmediata.
  • No realizar obras ni cerramientos sin permisos.
  • Responder de los daños causados por mal uso o negligencia.

Mantenimiento y reparaciones: quién paga qué

Una duda recurrente en el alquiler con terraza es la atribución de gastos. Regla general: el inquilino asume el mantenimiento menor derivado del uso ordinario (limpieza, sustitución de accesorios baratos, desatascar un desagüe por hojas si es sencillo), mientras que el arrendador se hace cargo de reparaciones necesarias para conservar la habitabilidad y estructura (impermeabilización, barandillas deterioradas por el tiempo, filtraciones por defectos de la cubierta). Si la terraza es elemento común con uso privativo, la comunidad suele atender estructura e impermeabilización; el propietario, los acabados privativos; y tú, los daños que causes por mal uso.

Para decidir quién paga, importa el origen del daño y la naturaleza de la partida. Por ejemplo, si el desagüe se atasca por arena y macetas mal gestionadas, se te puede imputar la limpieza. Si la canalización está mal diseñada y provoca encharcamiento, la responsabilidad se inclina hacia propiedad/comunidad. Los suelos desmontables, jardineras o tarimas que tú instales deben permitir la evacuación del agua y no aumentar el peso más allá de lo admisible. Conserva facturas y fotografías, y comunica por escrito cualquier incidencia: la trazabilidad evita discusiones y facilita reembolsos.

En arrendamientos de larga duración, es recomendable pactar en el contrato un listado de partidas con ejemplos de qué corresponde a cada parte. También conviene una revisión anual preventiva de desagües y juntas, especialmente antes de la temporada de lluvias. Si el arrendador no atiende reparaciones urgentes de estructura, puedes instarle formalmente y, si es imprescindible, realizar una actuación mínima para evitar daños mayores, informando de inmediato y conservando justificantes.

Checklist práctico: origen del daño, urgencia, impacto en habitabilidad, documentación (fotos, vídeos), comunicación fehaciente y presupuesto comparado.

Uso, ruidos y horarios: convivencia y comunidad

La terraza es un espacio valioso para relajarse, teletrabajar o reunirse. Sin embargo, su disfrute debe armonizar con la convivencia vecinal. Evita actividades ruidosas en horarios de descanso, controla la música y comunica reuniones puntuales si prevés un número inusual de asistentes. Vigila el arrastre de sillas, el impacto de tacones o juegos infantiles que puedan transmitir vibraciones. Recuerda que las conversaciones a la intemperie viajan más y, al anochecer, la percepción de ruido aumenta.

Otro aspecto relevante es el uso responsable de barbacoas, calefactores exteriores y dispositivos eléctricos. Verifica si la comunidad las permite y en qué condiciones. Coloca protectores bajo las macetas para evitar goteos, limpia periódicamente el polvo y la tierra acumulada y asegura sombrillas o toldos ante rachas de viento. No sacudas alfombras hacia patios interiores, no cuelgues objetos de la barandilla que puedan caer, y evita fumar si el humo entra en otras viviendas, pues puede considerarse inmisión molesta y generar reclamaciones.

En edificios con normas internas, el incumplimiento persistente puede ocasionar advertencias formales e, incluso, acciones legales por parte de la comunidad o del propietario. Mantén una actitud dialogante: la mayoría de conflictos se resuelven con comunicación y pequeños ajustes (cambiar ubicación del altavoz, usar topes de goma, instalar alfombras exteriores antirruido). Tu objetivo: disfrutar de la terraza sin comprometer el descanso y seguridad de terceros.

  • Controla volumen y vibraciones; respeta horarios de descanso.
  • Evita goteos a fachadas o patios inferiores.
  • Asegura sombrillas, toldos y mobiliario ante viento.
  • Comprueba normas de barbacoas y calefactores exteriores.

Obras y cerramientos en la terraza: permisos y límites

Las obras en la terraza se dividen en intervenciones menores (reversibles, sin impacto estructural ni estético comunitario) y mayores (afectan a fachada, estructura, impermeabilización o cambian la apariencia del edificio). Como inquilino, necesitas, al menos, el consentimiento escrito del arrendador para cualquier obra, y en muchas ocasiones, la autorización de la comunidad y licencia municipal. Colocar un toldo puede parecer sencillo, pero si requiere anclajes a fachada y la comunidad exige un modelo o color, deberás ajustarte a esas reglas. Un cerramiento con carpintería fija transforma el espacio y suele requerir acuerdo comunitario y licencia urbanística; no lo ejecutes sin permisos o te expondrás a sanciones y a reponer el estado original a tu costa.

Toda intervención que pueda comprometer la impermeabilización —taladros en solera, fijación de pérgolas, pasatubos para luces exteriores— exige un estudio previo y, normalmente, la intervención de profesionales. Opta por soluciones sin obra o con contrapeso (pérgolas autoportantes, celosías apoyadas, suelos encajados y drenantes) y guarda manuales y facturas. Si el contrato prohíbe expresamente obras y cerramientos, cualquier incumplimiento grave puede justificar penalizaciones contractuales o incluso resolución del contrato.

Antes de invertir en mejoras, acuerda por escrito si quedarán en beneficio de la vivienda al finalizar el alquiler y si puedes retirarlas sin causar daños. Este documento evita malentendidos sobre indemnizaciones o reposiciones. Una comunicación transparente con propietario y, si procede, con comunidad y ayuntamiento te ahorrará costes y conflictos.

Consejo: pide por adelantado un “visto bueno” del propietario con descripción, fotos del antes/después e indicación de si la mejora se queda o la retiras al final.

Seguridad, riesgos y responsabilidad civil

La terraza introduce riesgos específicos: caídas por barandillas bajas, objetos desplazados por el viento, sobrecargas de peso, incendios por barbacoas o calefactores. Comprueba la altura y firmeza de las barandillas, evita apoyar mobiliario que facilite trepar, y no coloques maceteros sobre cornisas expuestas a caer. Revisa el estado de enchufes exteriores y usa material protegido contra humedad (IP apto). En lluvias, vigila charcos persistentes que puedan indicar problemas de pendiente o sumideros obstruidos.

En responsabilidad civil, rige el principio de quien causa el daño lo repara. Si un objeto tuyo cae y daña a un vecino o a un coche en la calle, podrías responder económicamente. Por eso es conveniente que el arrendador mantenga un seguro del hogar con cobertura de responsabilidad civil y que tú valores un seguro de inquilino o, al menos, una extensión de RC para tus actos privados. Documentar medidas preventivas (anclajes seguros, topes anticaída, redes de protección homologadas si conviven menores o mascotas) refuerza tu diligencia.

Evita acumulaciones de peso no previstas: grandes jardineras llenas de tierra húmeda, depósitos de agua, barbacoas de obra o jacuzzis portátiles pueden superar los límites admisibles. Ante la duda, solicita al propietario o a un técnico indicaciones de carga. La seguridad también abarca la privacidad: respeta la intimidad de vecinos evitando cámaras orientadas a otras viviendas y limitando vistas invasivas mediante celosías o vegetación, siempre que cumpla normas de fachada.

  • Fija macetas y mobiliario; usa bases pesadas y cinchas.
  • Instala topes para evitar arrastre ruidoso de sillas.
  • Comprueba cables y enchufes exteriores con IP adecuado.
  • Controla cargas: agua, tierra y estructuras pesadas.

Humedades y filtraciones: cómo reclamar

Las humedades en terrazas son una de las causas más comunes de conflicto. Identifica primero el origen: juntas deterioradas, impermeabilización fallida, desagües obstruidos, rotura de bajantes o riego excesivo que provoca goteo a viviendas inferiores. Documenta con fotografías, vídeos, fechas de lluvia y efectos en tu vivienda (pintura, moho, olores) y en viviendas colindantes si te informan. Si sospechas de un problema estructural, comunícalo por escrito al arrendador y solicita intervención profesional. Si la terraza es elemento común con uso privativo, suele ser la comunidad quien debe reparar la impermeabilización, coordinada con el propietario.

Durante la incidencia, minimiza daños: retira muebles, ventila y deshumidifica. Conserva tickets de productos y presupuestos. Si el propietario o la comunidad no actúan en un tiempo razonable, puedes remitir un requerimiento fehaciente con plazo para respuesta y, si la situación afecta a la habitabilidad (moho extendido, filtraciones en puntos eléctricos), valorar medidas cautelares. Evita intervenir tú directamente en la impermeabilización: podría empeorar el problema y trasladarte responsabilidades.

Cuando el origen está en tu uso (p. ej., riego que gotea a la fachada o desagüe colapsado por tierra de macetas), asume la corrección inmediata y colabora con los daños ocasionados a terceros. Un enfoque proactivo reduce fricción y costes. Recuerda que, una vez reparada la causa, conviene revisar ventilación y pintura antihumedad para evitar reaparición de mohos.

Paso a paso: detecta el origen, documenta, comunica por escrito, solicita diagnóstico técnico, acuerda reparación, verifica resultados y cierra el expediente con fotos del “después”.

Cláusulas del contrato: qué revisar antes de firmar

Antes de firmar, exige que la terraza figure en el inventario y en la descripción de la vivienda, especificando si el uso es exclusivo y las condiciones. Revisa si hay cláusulas sobre obras (toldos, pérgolas, cerramientos), colores permitidos, límites de peso o prohibiciones (barbacoas, jacuzzis, fiestas). Una cláusula equilibrada delimita intervenciones reversibles sin permiso y define qué requiere autorización del propietario y, en su caso, de la comunidad. Solicita también un anexo fotográfico del estado inicial (solera, barandillas, sumideros) para comparar al finalizar el arrendamiento.

En materia de mantenimiento, incorpora una tabla orientativa: limpieza y pequeños accesorios a cargo del inquilino; reparaciones estructurales e impermeabilización a cargo de propietario/comunidad; reposición de elementos por desgaste normal a cargo del propietario. Añade un canal de comunicación para incidencias (correo, mensajería) y plazos de respuesta. En contratos con mascotas o niños, regula protecciones adicionales (redes homologadas, topes anticaída) y quién coste las instalaciones y su retirada.

Si se pactan mejoras, deja por escrito si quedarán en beneficio de la vivienda o si podrás retirarlas sin penalización, y cómo se valoran en caso de permanencia. En cuanto a la fianza y garantías, evita cláusulas que pretendan retener importes por conceptos no atribuibles al inquilino (p. ej., impermeabilización por antigüedad). Un contrato claro y realista evita discusiones al entregar la vivienda.

  • Inventario + anexo fotográfico de la terraza.
  • Reglas de obras y estética (toldos, colores, cerramientos).
  • Tabla de mantenimiento: quién paga qué.
  • Plazos de respuesta a incidencias y canal fehaciente.

Cómo actuar ante conflictos: pasos y modelos

Si surge un conflicto por el uso de la terraza —ruidos, goteos, obras no autorizadas, humedades—, actúa con método. Primero, recopila evidencias (fotos, vídeos, mensajes, partes de incidencia). Segundo, intenta una solución amistosa: explica el problema con tono neutral y propone medidas concretas (topes antirruido, horarios, retirada temporal de una instalación). Tercero, comunica por escrito al propietario cuando se trate de reparaciones o incidencias que no puedes resolver; si afecta a elementos comunes, solicita la elevación a la comunidad. Cuarto, si no hay respuesta, envía un requerimiento fehaciente con plazo. Quinto, valora mediación o arbitraje si el contrato lo prevé, antes de acudir a vías judiciales.

Mantén la proporcionalidad: no interrumpas el pago del alquiler salvo supuestos excepcionales y asesoramiento profesional; en su lugar, plantea retenciones pactadas o compensaciones documentadas por daños acreditados. En comunidades con normas estrictas, procura obtener los acuerdos por escrito para evitar sanciones. Si eres tú quien recibe quejas, muestra colaboración: propón soluciones rápidas y demuestra tu diligencia (cambios de ubicación, alfombras exteriores, riego controlado).

Para comunicaciones formales, utiliza plantillas claras: “notificación de incidencia”, “solicitud de reparación”, “autorización de instalación reversible”, “compromiso de retirada al final del contrato”. Un tono profesional y los tiempos bien gestionados suelen reconducir los conflictos sin costes desproporcionados.

Modelo breve de aviso de incidencia (adáptalo a tu caso): “En fecha [dd/mm/aaaa] detecté filtraciones en la zona de sumidero de la terraza, con manchas en el techo del salón. Solicito evaluación técnica y reparación a la mayor brevedad. Adjunto fotos y vídeo. Quedo a disposición para coordinar visitas.”

Preguntas frecuentes

¿Puedo instalar una pérgola en una terraza de uso privativo? Depende: si requiere anclajes a fachada o perfora la impermeabilización, normalmente necesitarás permiso del propietario y, a menudo, aprobación de la comunidad y licencia municipal. Valora estructuras autoportantes sin obra y acuerda por escrito su retirada al finalizar el contrato.

¿Quién paga la impermeabilización si hay filtraciones? Cuando la terraza es elemento común con uso privativo, suele corresponder a la comunidad atender la impermeabilización y al propietario coordinar la gestión. El inquilino asume daños causados por su mal uso (p. ej., obstaculizar desagües con tierra de macetas).

¿Se permiten barbacoas en la terraza? Revisa estatutos y normas internas. Muchas comunidades las limitan o prohíben por humo y riesgos. Si se permiten, usa dispositivos eléctricos o de gas con medidas de seguridad y en horarios compatibles con el descanso vecinal.

¿Puedo tender ropa en la terraza? Salvo prohibición expresa en estatutos o contrato, tender ropa es un uso residencial normal. Si hay limitaciones estéticas, respétalas (tendederos bajos, no visibles desde fachada principal).

¿Qué pasa si coloco un cerramiento sin permiso? Te expones a requerimientos de reposición al estado original, posibles sanciones administrativas y a asumir los costes. Además, el arrendador podría resolver el contrato si se trata de un incumplimiento grave.

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