¿Qué hacer si mi contrato de alquiler tiene errores?

¿Qué hacer si mi contrato de alquiler tiene errores?

Publicado el 11 de agosto de 2025


📖 Tiempo estimado de lectura: 15 min

Errores más comunes en el contrato

Encontrar fallos en un contrato de alquiler es más habitual de lo que parece. Los errores pueden ser tipográficos, de transcripción o de contenido, y afectan tanto a datos personales como a condiciones esenciales del arrendamiento. Identificarlos a tiempo evita conflictos y costes. Entre los errores recurrentes destacan nombres o DNI mal escritos, dirección del inmueble incompleta, referencias catastrales incorrectas, discrepancias entre la renta pactada verbalmente y la que aparece por escrito, duración mal calculada, fianza superior a la legal o mal descrita, así como cláusulas que contradicen la normativa vigente o duplicidades entre el cuerpo del contrato y los anexos.

Otra fuente frecuente de problemas es el inventario. Si se entrega piso amueblado, un inventario escueto o sin estado de conservación da pie a discusiones sobre desperfectos. También son comunes los errores en fechas: confundir la fecha de firma con la de entrada en vigor, no reflejar correctamente prorrateos del primer mes o establecer plazos de aviso que no respetan mínimos legales. En viviendas en comunidades con estatutos específicos, puede omitirse la obligación de cumplir normas internas o no incluir información básica sobre suministros y contadores.

Conviene prestar atención a apartados de actualización de renta, cesión y subarriendo, mantenimiento y reparaciones, así como al reparto de gastos (IBI, comunidad, basura). A veces el contrato traslada costes al inquilino que no corresponden o lo hace sin suficiente claridad, lo cual genera inseguridad. Detectar a tiempo estos errores permite corregirlos mediante fe de erratas o anexo y dejar huella documental. La pauta general es sencilla: si un punto puede inducir a dos interpretaciones, se debe clarificar ahora, no cuando surja el conflicto.

Checklist rápido: datos de partes, identificación del inmueble, renta y forma de pago, duración y preavisos, fianza y garantías, inventario, gastos, reparaciones, actualización de renta, cesión/subarriendo, seguros y notificaciones.

Si ya has firmado: pasos inmediatos

Descubrir errores en tu contrato de alquiler tras la firma no es el fin del mundo. Lo importante es actuar de forma ordenada y documentada. Primero, identifica con precisión qué está mal: localiza la cláusula, numérala y cita el párrafo exacto. Segundo, reúne pruebas del acuerdo real: emails previos, mensajes, presupuestos o anuncios donde conste la renta pactada, la duración o el mobiliario incluido. Tercero, calcula el impacto: ¿el error es material (por ejemplo, un dígito mal en la renta) o altera el equilibrio del contrato (cláusula que te impone gastos improcedentes)?

Con el diagnóstico hecho, comunícalo por escrito al arrendador de manera formal y cortés. Propón una corrección concreta: texto alternativo, importe correcto, fecha ajustada. Si el error es obvio y no controvertido, bastará una fe de erratas firmada por ambas partes. Cuando el desacuerdo sea de fondo, quizá necesites una adenda negociada. Mientras tanto, evita incumplir: no dejes de pagar la renta o de cumplir plazos por el mero hecho de existir un error, salvo consejo profesional específico.

Documenta todo el intercambio. Si usas email, pide confirmación de lectura; si usas burofax, conserva el acuse. El objetivo es demostrar tu buena fe y dejar constancia del intento de corrección. Esto te dará ventaja si más adelante precisas mediación o una defensa jurídica. Recuerda que la solución amistosa suele ser más rápida y barata; la vía contenciosa debe ser la última opción cuando no queden alternativas razonables.

Secuencia sugerida: detectar → recopilar pruebas → valorar impacto → proponer redacción → firmar anexo o fe de erratas.

Cómo comunicar los errores al arrendador

La forma en que trasladas el problema puede marcar la diferencia entre una corrección rápida o un conflicto prolongado. El tono debe ser profesional, conciso y orientado a soluciones. Abre el mensaje identificando el contrato (dirección del inmueble, fecha de firma) y especifica el error con precisión (cláusula y párrafo). Aporta la versión correcta, explica por qué se trata de un error y adjunta evidencias si las tienes. Evita juicios de valor o reproches; céntrate en hechos verificables y en el interés común de mantener un contrato claro.

Propón un mecanismo concreto para subsanar: una fe de erratas cuando se trate de un lapsus objetivo (cifra, fecha, nombre) o un anexo para matices de fondo (reparto de gastos, actualización de renta, inventario). Indica tu disponibilidad para firmar presencialmente o por firma electrónica, y ofrece dos o tres franjas horarias. Si prevés fricción, envía primero un correo conciliador y, si no hay respuesta en 3–5 días laborables, reitera por burofax para dotar de mayor formalidad.

Siempre que puedas, plantea alternativas que no perjudiquen al arrendador: por ejemplo, si se ajusta la renta por un error, puedes proponer un calendario de regularización para no desestabilizar la tesorería. Si el problema atañe al inventario, sugiere una revisión conjunta con fotos y acta firmada. Mostrar voluntad de colaboración promueve acuerdos rápidos. Y recuerda que la transparencia genera confianza: todo lo que se aclare hoy evitará malentendidos mañana.

Estructura de mensaje útil: identificación del contrato → descripción del error → propuesta de redacción → evidencias adjuntas → propuesta de firma y plazos.

Fe de erratas, anexos y adendas

Existen distintas herramientas para corregir errores en un contrato de alquiler sin reescribirlo por completo. La más sencilla es la fe de erratas: un documento breve, firmado por ambas partes, que identifica el contrato, señala la cláusula afectada y reemplaza el texto erróneo por el correcto. Es idónea para correcciones objetivas y puntuales. Debe anexarse al contrato original y conservarse junto a él, indicando que ambos textos se leen conjuntamente.

Cuando la corrección altere condiciones sustanciales o requiera desarrollar un apartado, conviene un anexo o adenda. Este documento crea o modifica cláusulas, puede incorporar un inventario detallado con fotos, ajustar el reparto de gastos o fijar explícitamente la política de reparaciones. La adenda debe mantener la coherencia interna: numeración clara, referencias a las cláusulas que sustituye, y vigencia desde una fecha determinada. Si cambia importes (renta, fianza), especifica cómo se regulariza lo ya pagado y a partir de cuándo rige la nueva cifra.

Para la validez práctica, presta atención a las firmas: todas las partes deben firmar cada página del anexo o, en su caso, aplicar firma electrónica avanzada. Numera los documentos (Contrato + Anexo 1 + Anexo 2…) y crea un índice simple. En arrendamientos con varios inquilinos, asegúrate de que todos suscriben las correcciones para evitar lagunas de consentimiento. Finalmente, guarda copias digitales y físicas. El día que necesites probar la corrección, agradecerás haber sido meticuloso.

Cuándo usar cada uno: fe de erratas → lapsus objetivos; anexo/adenda → cambios de fondo o desarrollo de cláusulas.

Cláusulas abusivas y nulas

Además de errores formales, algunos contratos incluyen cláusulas desequilibradas que pueden considerarse abusivas o nulas. Aunque cada caso requiere análisis, hay señales de alarma habituales: penalizaciones desproporcionadas por desistir, imposición de todos los gastos y reparaciones al inquilino sin matiz alguno, renuncia genérica a derechos irrenunciables, o restricciones injustificadas al uso normal de la vivienda. Si detectas una de estas cláusulas, no basta con “dejarla pasar”; puede afectar a tu economía y a tu tranquilidad durante todo el arrendamiento.

La estrategia práctica consiste en documentar por qué la cláusula resulta desproporcionada y proponer una redacción equilibrada. Por ejemplo, en materia de reparaciones, puede delimitarse que el arrendador asume las necesarias para la habitabilidad y el inquilino las pequeñas reparaciones por desgaste, estableciendo importes orientativos y un protocolo de aviso. En penalizaciones por resolución anticipada, se puede pactar un máximo razonable y proporcional al daño real, evitando duplicidades con la fianza.

Si el arrendador no acepta modificar una cláusula potencialmente nula, deja constancia de tu disconformidad por escrito y valora asesoramiento profesional. A veces basta con un requerimiento bien fundamentado para conseguir la corrección. En todo caso, es preferible ajustar el contrato ex ante a confiar en que, llegado un conflicto, un juez retirará la cláusula. La prevención es siempre menos costosa que el litigio.

Señales de alerta: renuncias generales, cargas económicas sin límite, sanciones desmedidas, y cláusulas contradictorias con el uso residencial normal.

Corrección de datos: renta, fianza y duración

Cuando el error afecta a importes o plazos, la corrección debe ser especialmente clara para evitar confusiones contables. Si la renta escrita no es la pactada, cuantifica la diferencia, indica desde qué mes se aplica la corrección y cómo se regularizarán pagos anteriores. Si existe domiciliación bancaria, asegúrate de que el arrendador actualiza el recibo. Añade ejemplos de cálculo si procede (primer mes prorrateado, actualización anual, etc.) para que no haya interpretaciones.

Respecto a la fianza, precisa su cuantía y el destino (depósito en el organismo autonómico correspondiente cuando aplique). Si se cobró de más por error, acuerda la devolución inmediata o el descuento en el siguiente pago, dejando constancia. En garantías adicionales (aval, depósito extra), separa conceptos y condiciones de devolución. Con la duración, fija con exactitud fecha de inicio, fin y régimen de prórrogas; define también el preaviso para no renovaciones o para el desistimiento voluntario del inquilino, con plazos razonables.

Un buen anexo suele incluir un cuadro-resumen con importes y fechas resultantes tras la corrección. Esto simplifica futuras comprobaciones. Asimismo, cuida la coherencia con otras cláusulas: si cambias la renta, revisa la fórmula de actualización; si ajustas la duración, revisa preavisos y penalizaciones. La consistencia interna es esencial para que el contrato sea operativo y no un mosaico de textos incompatibles.

Pro tip: añade un “cuadro de control” con: renta mensual, día de pago, IBAN, fianza, garantías, fecha de inicio/fin y preavisos.

Vías formales: burofax, email y mediación

Elegir el canal de comunicación adecuado es clave para acreditar que has intentado corregir los errores del contrato de alquiler. El email es rápido y suficiente en acuerdos de buena fe, especialmente si obtienes confirmación de lectura y respuesta clara. Sin embargo, para requerimientos formales o en caso de silencio, el burofax con acuse de recibo y certificación de contenido ofrece seguridad probatoria superior. Úsalo cuando necesites fijar plazos, proponer una redacción concreta o dejar constancia de una disconformidad relevante.

La mediación es una herramienta valiosa si la relación se ha tensado. Un tercero neutral ayuda a reconducir la negociación y evitar el paso a procedimientos judiciales. Es útil para resolver discrepancias sobre inventarios, reparto de gastos o penalizaciones. Además, muchos conflictos parten de mala comunicación, no de mala fe; un mediador puede traducir posiciones en acuerdos prácticos. Si el inmueble lo gestiona una agencia, plantea una reunión tripartita con acta resumida y compromisos fechados.

Sea cual sea el canal, define plazos realistas: por ejemplo, “propuesta de anexo” con 5 días laborables para comentarios y 10 para firma. Evita ultimátums tempranos; deja margen para ajustes que encajen a ambas partes. Y recuerda archivar todo: correos, acuses, borradores, versiones firmadas. Esa trazabilidad es tu mejor defensa si en el futuro hay controversia.

Elección de canal: email → agilidad; burofax → prueba sólida; mediación → desbloquear acuerdos.

Si no hay acuerdo: opciones legales

Cuando, pese a los intentos de corrección, no hay acuerdo, tu hoja de ruta debe priorizar soluciones proporcionadas. Una opción es mantener el contrato vigente mientras reservas tus derechos por escrito, dejando constancia de que no aceptas una cláusula determinada. Si el error te perjudica económicamente de forma relevante, valora reclamar la restitución o la adecuación del contrato a lo realmente pactado, siempre con asesoramiento profesional. En casos de cláusulas manifiestamente desequilibradas, un requerimiento sólido puede propiciar una rectificación para evitar litigios.

Si la convivencia se vuelve inviable por el desacuerdo, estudia la resolución anticipada conforme a las cláusulas contractuales y a la normativa aplicable. El objetivo es minimizar daños: pactar una salida ordenada suele ser preferible a una ruptura abrupta. Si hay cantidades discutidas (rentas, fianza, reparaciones), prepara un dossier con cronología, pruebas y cálculos. La claridad documental multiplica tus opciones de éxito en una negociación final o, si no queda otra, en un procedimiento judicial.

No olvides que una buena estrategia combina firmeza y flexibilidad: defiende tus derechos, pero ofrece alternativas razonables. Muchas controversias se resuelven con soluciones creativas (descuentos temporales, plazos de regularización, reparto equilibrado de gastos) que salvan la relación contractual. Si decides dar el paso a la vía contenciosa, asegúrate de haber agotado el diálogo y de contar con una base probatoria robusta.

Antes de litigar: último intento de acuerdo por escrito, propuesta final, y evaluación de costes/beneficios.

Preguntas frecuentes

¿Qué hago si detecto un error tras firmar? Comunícalo por escrito identificando la cláusula concreta, aporta la redacción correcta y propone firmar una fe de erratas o un anexo. Conserva el intercambio y, si no hay respuesta, reitera por burofax. Mantén tus obligaciones mientras se corrige para no agravar el conflicto.

¿Vale un email para corregir el contrato? Un email puede reflejar un acuerdo, pero lo más seguro es firmar un documento específico (fe de erratas o anexo) que sustituya el texto erróneo y se adjunte al contrato. Si prevés problemas, usa burofax para acreditar contenido y recepción.

¿Cómo pruebo que la renta pactada es otra? Reúne evidencias: anuncios, hojas de visita, presupuestos, mensajes y correos. Presenta una propuesta de corrección con números claros y, si ya has pagado, plantea una regularización ordenada. La trazabilidad documental suele desbloquear acuerdos.

¿Qué pasa con las cláusulas abusivas? Si detectas una cláusula desproporcionada o contraria a derechos básicos, pide su modificación. Si el arrendador se niega, deja constancia de tu disconformidad y solicita asesoramiento. Es preferible ajustar el contrato ahora que confiar en una futura nulidad en juicio.

¿Cuándo acudir a mediación? Cuando el diálogo bilateral se bloquea o el tono se enrarece. La mediación ayuda a reconducir posturas y suele ser más rápida y económica que un litigio. Pide acta de acuerdos para incorporarla como anexo.

Resumen práctico: detecta, documenta, propone por escrito, firma la corrección y archiva todo. La claridad hoy evita conflictos mañana.

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