¿Puedo exigir contrato escrito en un alquiler verbal?

¿Puedo exigir contrato escrito en un alquiler verbal?

Publicado el 28 de septiembre de 2025


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¿Qué es un alquiler verbal?

Un alquiler verbal es un contrato de arrendamiento celebrado sin documento escrito, normalmente mediante una conversación, mensajes o acuerdos informales. En España, este acuerdo es válido siempre que exista consentimiento, objeto (la vivienda o local) y causa (el uso a cambio de una renta). Es decir, si una persona entrega una vivienda para uso del inquilino y este se compromete a pagar una cantidad periódica, hay contrato aunque no se haya firmado ningún papel. La práctica demuestra que muchos arrendamientos arrancan de forma precipitada, por confianza entre las partes o por urgencia en ocupar el inmueble, y más tarde surgen dudas sobre duración, actualizaciones de renta, fianza o reparaciones.

La validez, sin embargo, no elimina los problemas probatorios. En los contratos verbales, demostrar las condiciones pactadas puede volverse complejo: ¿se acordaron 12 meses o 6? ¿La renta incluye comunidad? ¿Quién asume pequeñas reparaciones? Estas cuestiones, en ausencia de escritura, se resuelven aplicando la normativa de arrendamientos urbanos y los usos habituales, pero también con la evidencia disponible (transferencias, recibos, conversaciones, entrega de llaves).

Por ello, aunque el alquiler verbal sea legal, lo recomendable es formalizar por escrito lo antes posible. No solo reduce fricciones: también aporta seguridad jurídica, facilita la comunicación con suministradoras, empadronamiento, deducciones fiscales y evita discrepancias futuras. Si te preguntas si puedes exigir contrato escrito en un alquiler verbal, la respuesta práctica y jurídica apunta a que sí: existe un derecho a que la relación se documente.

Idea clave: El alquiler verbal es válido, pero deja a ambas partes expuestas a ambigüedades. Documentar por escrito protege a inquilino y arrendador.

¿Puedo exigir contrato escrito?

Sí. En la normativa de arrendamientos urbanos se reconoce que las partes pueden exigir la formalización por escrito del contrato. Esto significa que, aunque la relación naciera como un alquiler verbal, cualquiera de las partes —arrendador o arrendatario— puede pedir que se redacte y firme un documento que recoja las condiciones esenciales: identificación de las partes, descripción del inmueble, destino (vivienda o uso distinto), duración, renta, fianza, gastos, reparaciones, inventario y demás cláusulas.

Exigir contrato escrito en un alquiler verbal es, además, una medida de buena fe. Para el propietario, documentar ayuda a acreditar su posición ante posibles impagos, a regular visitas y a clarificar responsabilidades. Para el inquilino, un contrato escrito evita incrementos unilaterales de renta, cambios caprichosos en la duración o problemas ante empadronamiento, ayudas al alquiler o deducciones fiscales. Si la otra parte se resiste, conviene cursar una solicitud formal, preferiblemente por escrito y con acuse de recibo (burofax, email certificado o cualquier medio fehaciente) proponiendo un borrador y un plazo razonable para la firma.

La formalización no crea un contrato nuevo desde cero: simplemente documenta el que ya existe. Por eso, la fecha de inicio, la renta y demás extremos pueden reflejar la realidad desde que empezaste a ocupar la vivienda. Si durante la relación se modificaron términos (por ejemplo, actualización de renta), también pueden incorporarse como anexos.

Consejo práctico: cuando pidas la firma, acompaña un borrador claro y neutral. Facilita la negociación y reduce excusas para demorarla.

Ventajas de formalizar por escrito

La primera ventaja es la seguridad jurídica. Con un contrato escrito se minimizan ambigüedades y se establecen reglas de juego claras: duración mínima, prórrogas, actualizaciones permitidas, distribución de gastos, régimen de reparaciones o causas de resolución. Esto reduce litigios y facilita el cumplimiento recíproco. Además, un contrato escrito mejora el acceso a trámites administrativos: empadronamiento, ayudas públicas, inscripción en registros autonómicos, contratación o cambio de titularidad de suministros.

La segunda ventaja es probatoria. Si surgiera un conflicto —impagos, desperfectos, ruidos, subarriendos no consentidos— el documento es la principal referencia. En un alquiler verbal, cada parte intenta hacer valer su versión; con un contrato, el juez parte de un texto que ambas aceptaron. La tercera ventaja es fiscal y contable: permite justificar ingresos y gastos, practicar retenciones cuando proceda, y declarar con precisión.

La cuarta ventaja es la previsibilidad. Un contrato establece calendarios (duración inicial, prórrogas), límites (subida de renta conforme a ley o índice aplicable), depósitos (fianza legal y garantías adicionales si se pactan) y obligaciones concretas (mantenimiento, pequeñas reparaciones, conservación por el arrendador). Esto contribuye a que la relación perdure con menos fricciones y a que ambas partes conozcan sus derechos desde el minuto uno.

  • Claridad sobre renta, actualizaciones y gastos.
  • Pruebas sólidas ante incidencias.
  • Facilidad para trámites y ayudas.
  • Menos riesgos de rescisión precipitada o abusos.

Cómo solicitar el contrato paso a paso

Si deseas exigir contrato escrito en un alquiler verbal, sigue este itinerario práctico. Primero, prepara un borrador equilibrado. Existen modelos orientativos, pero lo importante es que recoja los datos reales: dirección exacta, inventario, renta mensual y forma de pago, fianza ya entregada, fecha de inicio y duración. Incluye cláusulas de mantenimiento, conservación, visitas, entrega de llaves, cesión y subarriendo, normativa de convivencia y resolución de conflictos.

Segundo, comunica la solicitud por escrito, con tono colaborativo. Un correo formal puede ser suficiente si hay buena relación, pero si anticipas resistencia es preferible un medio fehaciente (burofax o email certificado) que deje constancia de la fecha y del contenido. Propón un plazo razonable para firmar —por ejemplo, 10 a 15 días hábiles— y ofrece disponibilidad para comentar o ajustar cláusulas.

Tercero, negocia aspectos controvertidos. En ocasiones, la discrepancia surge por la duración, por reparaciones pendientes o por la actualización de renta. Mantén el foco: el objetivo es documentar lo que ya se pactó o lo que marca la ley, no reescribir la relación a favor de una parte. Cuarto, firma y guarda copias. Cada parte debe conservar un ejemplar con firmas manuscritas o electrónicas. Adjunta, si procede, el inventario con fotografías y la certificación de fianza depositada según la normativa autonómica.

Modelo de texto para solicitar la firma: “En relación con nuestro arrendamiento de la vivienda sita en [dirección], le solicito formalizar por escrito el contrato, conforme a la legislación vigente. Adjunto borrador con las condiciones acordadas. Quedo a su disposición para firmarlo antes del [fecha].”

Derechos y obligaciones básicas

Aunque el contrato sea verbal, rigen derechos y obligaciones por ley. Entre ellos, el deber del arrendador de conservar la vivienda en condiciones de habitabilidad y asumir las reparaciones necesarias que no sean imputables al uso ordinario. El arrendatario, por su parte, debe pagar la renta en tiempo y forma, cuidar la vivienda como un buen inquilino y comunicar incidencias relevantes con diligencia. La fianza legal es obligatoria: equivale, como mínimo, a una mensualidad en viviendas (y suele depositarse en el organismo autonómico correspondiente). Es frecuente que se pidan garantías adicionales —aval, depósito extra—, pero deben pactarse expresamente.

La duración es otro eje clave. La ley fija un marco de prórrogas obligatorias y tácitas que no pueden obviarse por simple voluntad. La actualización de renta se sujeta a los límites legales vigentes y, si se pacta un índice, ha de respetarse. En cuanto a los gastos, conviene diferenciar entre suministros (normalmente a cargo del inquilino), comunidad e IBI (a menudo a cargo del propietario salvo pacto en contrario, siempre con transparencia). El arrendador debe entregar recibo del pago cuando no sea bancario, y el inquilino puede exigirlo para sus registros.

Un contrato escrito ayuda a que todas estas obligaciones queden cristalinas: qué arreglos corresponden a cada parte, con qué plazos se atienden, cómo se revisa la renta, qué ocurre en caso de obras, y cuáles son las causas de resolución anticipada. Incluso en alquiler verbal, puedes apoyarte en la ley para defender tus derechos, pero será más cómodo si lo dejas por escrito.

  • Fianza mínima legal y, si procede, depósito en organismo autonómico.
  • Conservación a cargo del propietario; pequeñas reparaciones por desgaste, del inquilino.
  • Actualización de renta solo en términos pactados y legales.

Pruebas en un alquiler verbal

Cuando no hay contrato escrito, la prueba se construye con indicios consistentes. Transferencias bancarias con concepto “alquiler”, recibos, extractos, Bizum, mensajes de WhatsApp o email, fotografías del inventario, actas de entrega de llaves, comunicaciones sobre reparaciones, empadronamiento, contratos de suministros a nombre del inquilino… Todo ello dibuja el marco de la relación y permite acreditar qué se venía haciendo. Si surge una discrepancia sobre la renta, el histórico de pagos arroja luz; si la disputa versa sobre el estado del inmueble, las fotos y partes de incidencias marcan tiempos y responsabilidades.

Es útil ordenar la evidencia: archiva pagos por meses, guarda conversaciones en PDF, anota incidencias con fechas y respuestas. Si debes exigir contrato escrito en un alquiler verbal, acompaña tu solicitud con un resumen factual de lo que ya está en curso: fecha de entrada, renta abonada, fianza entregada, inventario, reglas de convivencia. Esto otorga credibilidad y muestra buena fe negociadora.

Si hubiera testigos (por ejemplo, un agente que medió, vecinos que vieron la entrega de llaves) pueden ayudar, aunque el núcleo probatorio seguirá siendo documental. En procedimientos, el juez valorará la conducta previa de las partes: quién se mostró colaborador, quién quiso documentar, quién obstaculizó. De ahí la importancia de pedir la formalización cuanto antes y por canales que dejen rastro.

Checklist probatoria: pagos, fianza, comunicaciones, fotos del estado inicial, inventario, llaves, incidencias y respuestas, empadronamiento, suministros.

Riesgos y conflictos habituales

Los conflictos más frecuentes en un alquiler verbal nacen de la falta de precisión. Aparecen discusiones por subidas de renta no pactadas, por quién paga ciertas reparaciones, por obras sin consentimiento, por visitas inesperadas del propietario o por intentos de rescindir sin respetar plazos. También se dan malentendidos en gastos de comunidad, derramas, IBI o seguros. Cuando no existe papel que organizar, cada parte recuerda lo que le conviene y la fricción escala.

Otra fuente de riesgo es la duración. Algunos inquilinos creen tener derecho a prórrogas que el propietario discute; otros propietarios presionan para finalizar antes de tiempo. La falta de contrato escrito hace más difícil acreditar qué se pactó. Igualmente, los inventarios verbales generan controversias a la salida: desperfectos, retención de fianza, sustitución de electrodomésticos. Sin documento ni fotos, la discusión se vuelve palabra contra palabra.

Para mitigar estos riesgos, la prevención es clave. Si no hay contrato, empuja cuanto antes hacia la formalización; mientras tanto, conserva mensajes y recibos, y comunica por escrito cualquier incidencia. En caso de tensión, un burofax invitando a firmar el contrato escrito y proponiendo mediación puede desescalar el conflicto y demostrar buena fe de cara a un eventual proceso. La regla de oro: transparencia, trazabilidad y respeto a la normativa vigente.

  • Define por escrito reparaciones y visitas.
  • Documenta inventario con fotos fechadas.
  • Evita pagos en efectivo sin recibo.
  • Usa canales fehacientes cuando haya resistencia.

Qué hacer si se niegan a firmar

Si la otra parte rechaza formalizar, mantén la calma y ordena tu estrategia. Primero, reitera tu solicitud de forma fehaciente, adjuntando borrador y ofreciendo reunión. Segundo, propone mediación: a veces, un tercero neutral desbloquea percepciones. Tercero, valora asistencia profesional para enviar un requerimiento que recuerde la obligación de documentar el contrato y las consecuencias de persistir en la negativa. Aunque el arrendamiento verbal sea válido, negarse a clarificar por escrito puede interpretarse como mala fe y perjudicar la posición de quien obstaculiza la seguridad jurídica.

Si la negativa persiste, reúne toda la evidencia de la relación (pagos, llaves, comunicaciones, fianza) y estudia acciones. En escenarios de mayor tensión —subidas de renta unilaterales, amenazas de desalojo sin causa— un asesoramiento rápido resulta decisivo. El objetivo no es judicializar por sistema, sino lograr que el acuerdo existente quede plasmado con fidelidad. En muchos casos, la simple firmeza en el requerimiento y la claridad del borrador llevan a la firma.

Importante: mientras discutes la formalización, sigue cumpliendo con tus obligaciones (pago puntual, cuidado del inmueble, comunicación de incidencias). Cumplir fortalece tu posición y evita excusas para resolver el contrato por incumplimiento. La consistencia es tu mejor aliada.

Recordatorio: documentar por escrito protege a ambas partes; negarse sin motivo solo añade riesgos y costes.

Cláusulas imprescindibles y modelo

Para transformar un alquiler verbal en un contrato escrito robusto, incluye al menos estas cláusulas. Identificación de las partes con DNI/NIE y domicilios a efectos de notificaciones. Descripción precisa del inmueble, anejos y estado de conservación, incluyendo inventario con fotografías. Destino del inmueble (vivienda habitual o uso distinto) y prohibición de usos no permitidos. Duración inicial, prórrogas y preavisos claros, con fechas concretas de inicio y fin. Renta mensual, forma y fecha de pago, cuenta bancaria y régimen de actualización conforme a la ley. Fianza legal y, si procede, garantías adicionales con límites y condiciones.

Añade distribución de gastos (suministros, comunidad, IBI, seguros), distinguiendo qué paga cada parte y cómo se justifican. Regula mantenimiento y reparaciones: el arrendador asume las necesarias para conservar la habitabilidad; el inquilino, las pequeñas derivadas del uso ordinario. Incluye reglas de visitas (con preaviso y horarios razonables), comunicación de incidencias, subarriendos y cesiones (normalmente prohibidos sin consentimiento), mascotas si proceden, obras y mejoras. Prevé causas de resolución anticipada (impago, usos indebidos, daños) y procedimiento de entrega de llaves con revisión del inventario. Trata el tratamiento de datos personales y la vía de resolución de conflictos (mediación o jurisdicción competente).

Como anexo, añade el justificante del depósito de fianza en el organismo autonómico cuando corresponda, certificados energéticos si se aportan y cualquier documento relevante que ya esté en tu poder. Un contrato bien construido es la mejor inversión para una relación tranquila.

  • Identificación y descripción completa del inmueble.
  • Duración, prórrogas y preavisos sin ambigüedades.
  • Renta, actualización, fianza y garantías claras.
  • Gastos, reparaciones, visitas y entrega de llaves.

Preguntas frecuentes

¿Es válido un alquiler verbal? Sí. Si hay acuerdo sobre ceder el uso de una vivienda a cambio de renta, existe contrato aunque no se haya firmado nada. Sin embargo, carecer de documento complica las pruebas y multiplica los malentendidos.

¿Puedo exigir contrato escrito en un alquiler verbal? Sí. Cualquiera de las partes puede pedir formalizar por escrito el contrato existente, recogiendo condiciones reales de la relación y la normativa aplicable.

¿Qué pasa con la fianza si nunca firmamos? La fianza legal sigue siendo obligatoria. Lo aconsejable es que el contrato escrito la refleje y se acredite su depósito ante el organismo competente según la comunidad autónoma.

¿Puede el propietario subir la renta sin contrato? No por simple voluntad. La actualización debe respetar límites legales y lo pactado. Formalizar por escrito evita subidas unilaterales o confusas.

¿Cómo pruebo el alquiler si todo fue de palabra? Con pagos, mensajes, llaves, empadronamiento, contratos de suministros, fotos e inventarios. Ordena la evidencia y utiliza comunicaciones fehacientes al solicitar la firma.

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