¿Cómo reclamar por daños durante el alquiler?

¿Cómo reclamar por daños durante el alquiler?

Publicado el 29 de junio de 2025


📖 Tiempo estimado de lectura: 20 min

Introducción

Reclamar por daños durante el alquiler es un proceso legal cada vez más común, tanto para inquilinos como para propietarios. Ya sea por deterioros causados durante la estancia o por deficiencias estructurales previas al arrendamiento, conocer los derechos, las obligaciones y los pasos para presentar una reclamación es esencial. Este artículo está diseñado para orientar al lector sobre cómo actuar frente a los daños sufridos o provocados en un inmueble alquilado, reduciendo riesgos legales y mejorando las posibilidades de una resolución favorable.

La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) establece claramente las responsabilidades tanto del arrendador como del arrendatario, sin embargo, en la práctica, muchas disputas surgen por la falta de documentación, desconocimiento del marco legal o mala comunicación entre las partes. Es por ello que este artículo no solo aborda el procedimiento para reclamar daños, sino también cómo prevenir conflictos desde el inicio del contrato.

Importante: documentar el estado del inmueble antes, durante y al finalizar el alquiler es fundamental para tener éxito en cualquier proceso de reclamación. Las pruebas visuales, informes técnicos y comunicaciones por escrito pueden marcar la diferencia ante una mediación o incluso un proceso judicial.

Este artículo está dirigido tanto a personas que ya han sufrido daños y necesitan reclamar, como a quienes desean anticiparse a posibles problemas futuros. Aquí aprenderás:

  • Qué tipos de daños son reclamables legalmente.
  • Cuáles son tus derechos y obligaciones como inquilino o propietario.
  • Cómo recopilar y presentar pruebas efectivas.
  • Qué pasos seguir para hacer una reclamación formal y con respaldo legal.
  • Cuándo es conveniente recurrir a la mediación o acudir directamente a los tribunales.

A través de esta guía, te ayudaremos a entender el proceso de reclamación de forma clara y accesible, con ejemplos prácticos y consejos útiles que pueden marcar la diferencia a la hora de proteger tus intereses legales y económicos. Si eres inquilino y te enfrentas a cargos injustos por supuestos daños, o si eres propietario y necesitas reclamar reparaciones tras una mala conservación, aquí encontrarás las claves necesarias para actuar con seguridad y eficacia.

Tipos de daños al inmueble

Identificar y clasificar correctamente los daños en un inmueble alquilado es esencial a la hora de iniciar un proceso de reclamación. No todos los desperfectos son responsabilidad del inquilino, y la ley distingue entre aquellos que derivan del uso ordinario y los que suponen un deterioro anómalo o negligente. Esta clasificación no solo afecta a la devolución de la fianza, sino también a posibles indemnizaciones o disputas legales.

A continuación, se detallan los principales tipos de daños que pueden presentarse en un inmueble durante el alquiler:

  • Daños por uso ordinario: desgaste natural del inmueble o mobiliario, como el deterioro de la pintura, pequeñas marcas en el suelo o envejecimiento de electrodomésticos.
  • Daños por negligencia: rotura de elementos por mal uso, como cristales, cerraduras forzadas, grifos rotos o muebles dañados intencionadamente.
  • Daños estructurales: fisuras en paredes, humedades provocadas por mala ventilación o instalaciones manipuladas sin autorización.
  • Daños estéticos o de decoración: agujeros en paredes por cuadros o estanterías, vinilos adhesivos que deterioran la pintura, cambios de color no autorizados.
  • Daños en electrodomésticos: mal funcionamiento causado por uso indebido, falta de mantenimiento o sobrecarga de equipos.

Consejo: Para evitar conflictos al finalizar el contrato, se recomienda realizar un inventario detallado con fotografías al inicio del alquiler. Esto servirá como referencia objetiva frente a cualquier reclamación posterior.

Es importante destacar que, en muchos casos, los daños no son evidentes hasta pasadas unas semanas desde la entrega del inmueble, por lo que es aconsejable hacer una revisión exhaustiva junto al propietario o una tercera parte neutral. Además, la acumulación de pequeños desperfectos puede suponer un coste elevado si no se documentan adecuadamente o si no existe acuerdo sobre su origen.

En resumen, conocer los tipos de daños y saber diferenciarlos permitirá al inquilino defender su posición ante posibles retenciones de la fianza injustificadas, y al propietario, reclamar con fundamentos en caso de deterioros reales del inmueble. La clave está en la prevención, la documentación y el conocimiento de los límites legales que regulan este tipo de situaciones.

Obligaciones del inquilino y del propietario

Para evitar conflictos durante y al finalizar un contrato de alquiler, es fundamental que tanto el inquilino como el propietario conozcan y cumplan con sus obligaciones legales. La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) en España establece una serie de responsabilidades para ambas partes, orientadas a mantener el buen estado del inmueble, garantizar una convivencia adecuada y proteger los derechos de arrendador y arrendatario.

A continuación, se detallan las principales obligaciones de cada parte según la normativa vigente:

  • Obligaciones del inquilino:
    • Pagar la renta en el tiempo y forma acordados en el contrato.
    • Conservar la vivienda en buen estado y realizar un uso diligente del inmueble.
    • Notificar al propietario de cualquier avería o daño estructural relevante.
    • No realizar obras sin consentimiento por escrito del propietario.
    • Devolver la vivienda en condiciones similares a las del inicio, salvo el desgaste por uso ordinario.
  • Obligaciones del propietario:
    • Entregar la vivienda en condiciones adecuadas de habitabilidad.
    • Realizar reparaciones necesarias para mantener el inmueble en estado habitable.
    • Garantizar el uso pacífico de la vivienda durante todo el periodo de alquiler.
    • Respetar la privacidad del inquilino y no acceder a la vivienda sin consentimiento previo.
    • Devolver la fianza en un plazo máximo de un mes tras la finalización del contrato, si no hay daños o deudas pendientes.

Nota clave: el incumplimiento de las obligaciones por cualquiera de las partes puede dar lugar a reclamaciones legales, penalizaciones económicas o incluso a la resolución anticipada del contrato. Mantener una comunicación clara y registrar por escrito cualquier incidencia es fundamental para prevenir malentendidos.

En muchos casos, los conflictos entre inquilinos y propietarios se deben a una falta de información o de transparencia desde el inicio del contrato. Por ello, es recomendable detallar las obligaciones específicas en el documento contractual, incluyendo aspectos como quién se hace cargo del mantenimiento de electrodomésticos, qué se considera “daño por uso ordinario” o si existen limitaciones para el uso del espacio (mascotas, subarrendamiento, etc.).

En definitiva, una relación contractual basada en el cumplimiento mutuo de las obligaciones es la mejor garantía para una convivencia fluida, la conservación del inmueble y la protección de los intereses de ambas partes. Conocer estos deberes es el primer paso para prevenir futuros conflictos y actuar con base legal ante cualquier eventualidad.

Cómo documentar los daños

La documentación de los daños en un inmueble alquilado es un paso fundamental para cualquier reclamación efectiva, ya sea por parte del inquilino o del propietario. Recoger evidencias claras, organizadas y verificables no solo permite respaldar una queja ante la otra parte, sino que también resulta crucial en procesos de mediación o juicio.

La clave está en actuar con rapidez y método, especialmente en el momento de la entrega o devolución del inmueble. Es recomendable que ambos firmen un acta de estado del inmueble acompañado de pruebas visuales. Aquí te mostramos los pasos más efectivos para documentar adecuadamente cualquier tipo de daño:

  • Fotografías y vídeos: toma imágenes en alta resolución de cada desperfecto, desde diferentes ángulos y con buena iluminación. En lo posible, incluye un objeto de referencia para evidenciar la escala del daño.
  • Fecha y contexto: utiliza aplicaciones o dispositivos que incluyan fecha automática o añade manualmente un cartel visible con la fecha del registro visual.
  • Informe descriptivo: redacta un documento detallando cada daño: ubicación, dimensiones, posibles causas y consecuencias. Acompáñalo de las imágenes como anexo.
  • Presupuestos o valoraciones: si el daño es cuantificable económicamente, incluye presupuestos de reparación de profesionales o empresas acreditadas.
  • Testigos o terceros: si es posible, solicita la presencia de una persona neutral que pueda firmar el acta o confirmar la existencia del daño si se diera lugar a una disputa futura.

Consejo profesional: realiza una inspección conjunta con el propietario o el inquilino al inicio y al final del contrato de arrendamiento. Elabora un acta de entrega y recogida firmada por ambas partes para dejar constancia del estado del inmueble en cada momento.

Documentar adecuadamente los daños no solo proporciona seguridad jurídica, sino que también favorece una resolución más rápida y amistosa en caso de conflicto. Además, demuestra buena fe por parte de quien reclama o responde a una reclamación. En la actualidad, existen aplicaciones móviles que permiten generar informes digitales con fotos, anotaciones y firmas, lo que puede ser una herramienta muy útil para simplificar este proceso.

En definitiva, cuanto más sólida sea la documentación aportada, mayores serán las garantías de éxito a la hora de recuperar una fianza, exigir una reparación o evitar una penalización injusta. Prevenir es siempre mejor que lamentar, y una correcta documentación es el primer paso para proteger tus derechos.

Notificación formal de reclamación

Una vez identificados y documentados los daños en un inmueble alquilado, el siguiente paso esencial es comunicar de forma oficial la reclamación. Esta notificación formal es clave para iniciar un proceso de resolución y para dejar constancia escrita de que una de las partes solicita la reparación o compensación correspondiente. Además, este paso puede ser determinante si el conflicto escala a instancias legales o requiere la intervención de terceros, como mediadores o jueces.

La notificación debe redactarse con claridad, objetividad y un lenguaje respetuoso, incluyendo toda la información relevante que sustente la reclamación. Es recomendable que se realice por medios que permitan acreditar su envío y recepción. A continuación, se indican los elementos que debe contener:

  • Datos completos del remitente y del destinatario (nombre, dirección, DNI/NIF, teléfono).
  • Referencia al contrato de arrendamiento (fecha de firma, dirección del inmueble, duración).
  • Descripción precisa de los daños detectados, incluyendo fechas y localización.
  • Adjuntos: fotografías, informes técnicos, presupuestos y cualquier otro documento justificativo.
  • Solicitud clara: reparación, devolución de fianza parcial, compensación económica, etc.
  • Plazo para dar respuesta o resolver el asunto (normalmente entre 7 y 15 días).

Recomendación legal: para mayor seguridad jurídica, se sugiere enviar la reclamación mediante burofax con acuse de recibo o correo certificado con justificante. También es válido el correo electrónico si se obtiene una respuesta explícita del receptor.

La notificación formal no solo tiene valor legal, sino que también puede facilitar un acuerdo amistoso si se plantea con disposición al diálogo. Evita acusaciones o juicios de valor, y céntrate en los hechos demostrables y en la voluntad de resolver el conflicto de forma equitativa.

En situaciones más complejas o con una negativa rotunda por parte de la otra parte, este documento se convertirá en una prueba fundamental para iniciar un proceso judicial o para presentarlo en una mediación. Por eso, cada palabra cuenta: cuanto más riguroso, claro y completo sea el escrito, mayor será su fuerza legal y capacidad de persuasión.

Derechos del inquilino en la LAU

La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) en España regula los derechos y obligaciones de los inquilinos y propietarios en contratos de alquiler de vivienda. Conocer estos derechos es fundamental para protegerse frente a abusos, evitar cláusulas abusivas y garantizar una convivencia adecuada durante la duración del contrato. Los inquilinos, en particular, cuentan con una serie de garantías que deben ser respetadas por el arrendador.

A continuación, se resumen los derechos más relevantes que un inquilino tiene según la LAU vigente:

  • Duración mínima del contrato: el inquilino tiene derecho a permanecer en la vivienda durante al menos cinco años (o siete si el arrendador es persona jurídica), aunque el contrato se haya firmado por un período menor.
  • Prórroga tácita: al finalizar el contrato, este puede renovarse automáticamente hasta tres años más si ninguna de las partes comunica su voluntad de no renovar en plazo.
  • Protección frente a desahucio sin causa: el propietario no puede desalojar al inquilino sin una causa legal justificada, ni durante la duración mínima del contrato ni sin una resolución judicial.
  • Reparaciones necesarias: el arrendador debe hacerse cargo de todas las reparaciones que garanticen la habitabilidad de la vivienda, salvo que los daños sean provocados por el inquilino.
  • Fianza y devoluciones: la fianza debe ser devuelta en el plazo máximo de un mes desde la finalización del contrato, salvo que existan deudas o daños comprobados en la vivienda.
  • Derecho a la intimidad: el propietario no puede entrar en la vivienda sin permiso del inquilino, salvo autorización judicial o situaciones de emergencia.
  • Uso pacífico del inmueble: el arrendatario tiene derecho a disfrutar de la vivienda sin interferencias indebidas, ni actos molestos o intimidatorios por parte del propietario.

A tener en cuenta: cualquier cláusula que contradiga estos derechos puede ser considerada nula y, por tanto, impugnable ante los tribunales. Es recomendable leer detenidamente el contrato antes de firmar y solicitar asesoramiento si existen dudas.

El conocimiento de la LAU no solo empodera al inquilino frente a posibles vulneraciones, sino que también facilita una relación más equilibrada con el propietario. Muchos conflictos derivados del alquiler pueden evitarse si ambas partes conocen y respetan el marco legal vigente.

En caso de que el propietario incumpla alguno de estos derechos, el inquilino puede reclamar por vía amistosa, acudir a servicios de mediación, o iniciar una demanda ante el juzgado correspondiente. Contar con pruebas, como comunicaciones escritas, fotografías o presupuestos, será clave para respaldar cualquier reclamación legal basada en el incumplimiento de la LAU.

Uso de la fianza para reparaciones

La fianza en un contrato de alquiler tiene como finalidad principal garantizar el cumplimiento de las obligaciones contractuales del inquilino, especialmente en lo que respecta al pago de la renta y a la conservación del inmueble. Uno de los usos más frecuentes que los propietarios intentan dar a la fianza es su aplicación para cubrir reparaciones al finalizar el contrato, pero no siempre es legal ni justificado hacerlo.

Según la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), el propietario puede descontar de la fianza únicamente los importes necesarios para:

  • Reparar daños ocasionados por el inquilino más allá del uso normal y ordinario del inmueble.
  • Cubrir deudas de renta o suministros pendientes.
  • Resarcir perjuicios derivados del incumplimiento de cláusulas contractuales.

No se puede aplicar la fianza, por tanto, para cubrir el desgaste habitual por el paso del tiempo, como puede ser el deterioro de pintura, el uso de electrodomésticos o el envejecimiento de instalaciones. Este tipo de mantenimiento corresponde al arrendador y no justifica la retención total o parcial de la fianza.

Ejemplo práctico: si el sofá ha perdido firmeza por el uso continuado o las paredes han amarilleado con los años, estos no se consideran daños atribuibles al inquilino. Pero si hay manchas profundas, roturas o agujeros importantes sin reparar, el propietario podría justificar una retención parcial de la fianza.

Para que el uso de la fianza con fines reparadores sea válido, el arrendador debe justificarlo documentalmente, preferiblemente mediante presupuestos, facturas y fotografías que demuestren el estado anterior y posterior del inmueble. Además, debe informar al inquilino de forma clara y oportuna sobre el motivo de la retención, idealmente antes de agotar el plazo legal de un mes desde la entrega de llaves.

En caso de desacuerdo, el inquilino tiene derecho a reclamar la devolución total o parcial de la fianza, pudiendo iniciar una reclamación formal o incluso acudir a los tribunales si el propietario no justifica adecuadamente los daños o incurre en abuso. Por ello, la mejor protección es siempre documentar el estado del inmueble al inicio y al final del alquiler, y dejar constancia escrita de cualquier incidencia o reparación realizada durante la estancia.

Preguntas frecuentes

A continuación, resolvemos algunas de las dudas más habituales que surgen en relación con los daños en un inmueble durante un contrato de alquiler. Estas preguntas frecuentes están pensadas para ofrecer respuestas prácticas y claras tanto a inquilinos como a propietarios que se enfrentan a conflictos relacionados con desperfectos, reparaciones o el uso de la fianza.

¿Quién paga los daños en una vivienda alquilada?

Depende del origen del daño. Si es fruto del uso ordinario (desgaste natural), el propietario debe asumirlo. Si es resultado de un mal uso, negligencia o accidente causado por el inquilino, entonces este último es quien debe responder por los costes de reparación.

¿El propietario puede quedarse con la fianza sin justificarlo?

No. La ley obliga al propietario a devolver la fianza en el plazo de un mes desde la finalización del contrato, salvo que exista una causa justificada y documentada para retenerla, como daños comprobables o impagos. En caso contrario, el inquilino puede reclamarla legalmente.

¿Qué ocurre si no se hizo inventario al inicio del contrato?

En ausencia de inventario, puede resultar más difícil para el propietario probar que determinados daños fueron causados por el inquilino. En estos casos, los tribunales suelen favorecer al inquilino, salvo que existan otras pruebas objetivas. Por ello, siempre es recomendable realizar un acta de estado inicial.

¿Puedo reparar los daños por mi cuenta y reclamar el importe al propietario?

Solo si se trata de reparaciones urgentes y necesarias que afectan la habitabilidad, y el propietario no ha actuado tras ser notificado. En ese caso, el inquilino debe guardar la factura y una copia de la comunicación enviada para justificar el reembolso.

Estas preguntas reflejan situaciones comunes que pueden evitarse o resolverse más fácilmente si ambas partes actúan con transparencia, documentan correctamente todo el proceso de alquiler y conocen los derechos y obligaciones que les otorga la ley. Ante cualquier duda específica, siempre es recomendable consultar con un abogado especializado en arrendamientos urbanos.

Conclusión

Reclamar por daños durante el alquiler puede parecer un proceso complejo, pero con información adecuada, previsión y una actitud proactiva, tanto inquilinos como propietarios pueden proteger sus intereses y resolver conflictos de manera efectiva. A lo largo de este artículo hemos analizado los distintos tipos de daños que pueden presentarse, las obligaciones legales de cada parte, los pasos para documentar correctamente los desperfectos y cómo notificar formalmente una reclamación.

Además, hemos visto que existen alternativas para resolver estos conflictos, como la mediación, que permite acuerdos rápidos y económicos, o la vía judicial, que ofrece una resolución firme en caso de disputas más graves. También hemos repasado los derechos fundamentales del inquilino recogidos en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), y el uso legítimo de la fianza como herramienta de garantía, pero nunca como excusa para abusos o retenciones injustificadas.

Recuerda: documentar el estado de la vivienda, conservar todas las comunicaciones por escrito y actuar de forma transparente son prácticas esenciales para prevenir problemas y fortalecer cualquier reclamación futura.

En definitiva, un alquiler bien gestionado y basado en el respeto mutuo rara vez acaba en conflicto. Pero si surgen desacuerdos sobre daños, es fundamental abordarlos desde una perspectiva legal, ordenada y documentada. Tanto si eres inquilino y deseas recuperar íntegra tu fianza, como si eres propietario y necesitas reparar un inmueble dañado, los pasos descritos en este artículo te ayudarán a actuar con seguridad y rigor jurídico.

Si la situación lo requiere, no dudes en consultar con un abogado especializado en arrendamientos. Su experiencia puede marcar la diferencia entre un trámite frustrante y una solución rápida y justa. En el mundo del alquiler, prevenir y conocer tus derechos es la mejor forma de proteger tu patrimonio y tu tranquilidad.

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